Capítulo
13: Lepra
La lepra es, sin duda, una de las mejores
comparaciones con el pecado, la peor enfermedad del hombre. Ante la sospecha de
lepra, la persona era llevada al sacerdote. No para ser curada, ya que el
sacerdote no era un médico o algún tipo de curandero, sino para constatar la
enfermedad y la consiguiente separación del campamento. El pecado trae
separación entre el hombre y Dios. A veces no era lepra, sino una simple
erupción. Aun así, en este caso, la persona quedaba bajo observación durante
siete días. Era el sacerdote quien declaraba a la persona pura o inmunda. De la
misma manera, no es el pecador quien juzga sus acciones, sino el Señor que es Santo.
El paciente con lepra debía vestirse con harapos e informar su presencia
gritando: "¡Inmundo!" No sirve de nada que el pecador sea culto,
limpio y bien arreglado. Ante Dios está separado. Dios conoce al hombre en su
intimidad. También se analizaban los objetos mohosos. Si tuvieran moho que se
extendía, deberían ser destruidos y quemados. El pecador, sin la cura de la
salvación, será arrojado a la condenación eterna, donde el fuego arde
infinitamente (v. 1-59).
No hay comentarios:
Publicar un comentario