Como líderes espirituales en la sociedad, Dios exige que los sacerdotes lleven una vida irreprochable. Esto se refleja no solo en su apariencia personal, sino también en la manera en que lideran a sus familias. Las ordenanzas para los sacerdotes son muy claras, y es importante destacar que estos requisitos no se aplican a todos los hombres de la nación. Por ejemplo, un sacerdote no podría tener un defecto físico. Estos requisitos van más allá del control personal; es por ello que Dios selecciona específicamente a los hombres para su servicio, limitándolo a aquellos de la familia de Aaron.
Hasta el día de hoy, podemos afirmar que Dios también requiere ciertas cualidades de los líderes espirituales actuales, y estas se detallan en 1 Timoteo 3 y Tito 1: 6-9. Cuando la iglesia reduce los estándares de calificación para los líderes, corre el riesgo de enfrentar escándalos y la progresiva banalización del ministerio. Que el Señor ayude a los líderes a enseñar a otros posibles líderes a mantener su carácter en consonancia con los elevados estándares bíblicos, evitando así caer en la misma condena que sufrió el demonio, quien fue expulsado con orgullo de la presencia de Dios (cf. 1 Tim. 3:6.1-24).
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