Capítulo 26: Bendiciones y Maldiciones
El pueblo de Israel solo tenía beneficios al obedecer al Señor y alejarse de las costumbres idólatras de sus futuros vecinos. La promesa de una cosecha incesante implicaba que en el sexto año, la tierra produciría para tres años. Dios incluso se encargaría del control ambiental para evitar que los animales invadieran su campamento. Respecto al poder militar, la gente no necesitaría un gran ejército para derrotar a sus enemigos, ya que Dios pelearía por ellos. La esclavitud sería cosa del pasado, y ya no tendrían que preocuparse por la opresión de sus familias (v.1-13).
Por otro lado, la desobediencia resultaría en mucho sufrimiento físico. Aunque podría interpretarse fácilmente que Dios se enoja cuando no se cumple su voluntad y, por ende, inflige sufrimiento físico y vergüenza al pecador, es esencial comprender que el propósito de las maldiciones es educativo. Dios busca enseñar al que se ha desviado del camino correcto para que encuentre nuevamente su bondad. No se trata de venganza, sino de un Dios que llama la atención del ser humano. Dado que somos sensibles a las enfermedades y la pérdida de propiedad, así es como Dios nos llama la atención. Cuando se menciona que castiga siete veces más, no se refiere a un cálculo literal, sino que simplemente quiere transmitir la idea de un castigo completo, todo lo necesario para traer al pecador de vuelta al Señor. La cosecha fallaría, las lluvias no llegarían, el cielo se volvería como hierro y la tierra como bronce, indicando la ausencia de agua. Las bestias matarían al ganado, los enemigos invadirían las tierras y se llevarían los frutos restantes. El precio del pan sería prohibitivo y el cautiverio dejaría al pueblo sin hogar. Los años del Jubileo robados serían recuperados por Dios, descansando la tierra. Esto se cumplió durante el cautiverio babilónico de 70 años. El miedo y la ansiedad serían comunes a todos (v.14-39)
"El hambre hace que las personas hagan cosas
inhumanas, como matar y comer a sus propios hijos (ver 2 Reyes 6:29, Jer 19: 9,
Lam. 4:10)".[1]
Los siguientes versículos muestran que todo sufrimiento y maldición son métodos de Dios para disciplinar a las personas y llevarlas al arrepentimiento. Dios ama profundamente a su pueblo y cumple la promesa hecha a los patriarcas de Israel. Todas estas advertencias se dieron en el Monte Sinaí (v.40-46).
Situaciones placenteras y dolorosas con un propósito divino (Lev 26):
Obediencia exitosa a Dios (v.1-11).
Fracaso en la desobediencia a Dios (v.12-39).
El propósito educativo de Dios (v.40-46).
[1] Comentário
Bíblico Expositivo do VT Vol. 1 Pentateuco – pg. 399 – Warren W. Wiersbe
(Editora Geográfica – 1ª edição 2006)
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