Capítulo
6: Sacrificio por pecados deliberados (premeditado, voluntario)
El pecado voluntario es diferente del
pecado por ignorancia y del pecado oculto. El pecado voluntario agrede de forma
violenta una ley conocida. El pecado voluntario esconde una intención maligna.
En este tipo de pecado, tendría que haber restitución de valores robados, por
ejemplo. Moisés recibió instrucciones de Dios sobre los holocaustos que debían
quemarse hasta convertirse en cenizas. El fuego nunca debía ser apagado. Las
ofrendas solo podían ser comidas por los descendientes de Aarón. Dios también
instruyó a Moisés sobre la consagración de los sacerdotes. Los sacrificios de
la ofrenda por el pecado hicieron que todo lo que los tocaba fuera santo. Si la
vestimenta del sacerdote fuera salpicada con la sangre de este tipo de
sacrificio, se debía lavar las prendas en un lugar sagrado. Las ollas de barro
se rompían y si eran de bronce se lavaban. "Hay poder en la sangre de
Jesús", dice el antiguo himno. El Señor nos ha tocado y nos hemos
convertido en santos. Estos sacrificios mostraron el perdón que vendría en
Cristo Jesús. No importa cuánto nuestro pecado haya manchado nuestras vidas,
Jesús nos limpia por su sangre derramada en la cruz (v.1-30).
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