Capítulo
1: Las Tres Viudas
1. No fue nada fácil lo que este padre de
familia tuvo que hacer. Nos parece fácil juzgar su partida desde la tierra del
pueblo de Dios a una tierra idólatra. Tal vez debió quedarse allí y confiar en
los recursos de Dios. Fue en la época de los jueces y sabemos que cada uno hizo
lo que pensó que era lo correcto. Los planes para escapar de una situación no
siempre salen como se esperaba. Elimelec murió y dejó a su familia peor. Su
esposa e hijos, y ahora sus nueras, se quedaron allí 10 años en Moab. Los hijos
murieron y las tres viudas tuvieron que sobrevivir. Noemí recibió buenas
noticias desde Israel sobre las cosechas y fue a intentar nuevamente vivir allí
, regresando con su pueblo, de la cual probablemente nunca debería haberse ido
(v. 1-6).
2.Noemí al principio estuvo de acuerdo en
que las nueras la acompañasen, pero pensó mejor y no creyó que era correcto
sacar a las jóvenes de la tierra de sus padres. Ella las liberó de cualquier
compromiso. Una se fue, pero la otra, Rut, prometió lealtad perpetua a su
suegra. Pasaron diez años, pero Noemí todavía era conocida en Belén de Israel.
Noemí estaba muy amargada con la vida y tenía pocas esperanzas. Su regreso fue
providencia divina. Noemí y Rut llegaron al comienzo de la cosecha (v.7-22).
“Su
fe [de Rut] podría no estar bien fundada, pero era real. Simeón señala: ‘Tus
puntos de vista sobre la religión pueden no ser muy claros; Sin embargo, es
evidente que un principio de piedad vital había echado raíces en su corazón,
trabajando poderosamente en su vida. De hecho, ella actuó en perfecta
conformidad con ese mandato, que luego sería entregado por el Señor: "Todo
el que entre ustedes no renuncia a todo lo que tiene no puede ser mi
discípulo" (Lucas 14:33).[1]
Amargura
(Rt 1)
1. La amargura puede brotar en el corazón
cuando nos sentimos solos (v.1-5, Heb 13.5)
2. La amargura puede brotar en el corazón
cuando nos sentimos cansados (v.6-10, Mt 11.28)
3. La amargura puede brotar en el corazón
cuando nos sentimos viejos (v.11-15, Sal 92.12-15)
4. La amargura puede brotar en el corazón
cuando no aceptamos el consuelo de los hermanos (v.16-20, 2 Cor. 1: 3-6).
5. La amargura puede brotar en el corazón
cuando nos sentimos vacíos (v.21-22, Phil. 2.5-8).
[1] Introdução e Comentário – Juízes, pg. 244 –
Artur E. Cundall e Leon Morris – Série Cultura Bíblica (Ed. Vida Nova – São Paulo – SP – 1ª ed. Brasileira 1986)
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