martes, 20 de octubre de 2020

Polvo

POLVO


Un joven escribió: <<No somos más que diminutos e infinitesimales incidencias pasajeras en el cronograma de la historia. ¿Le importamos a alguien?>>


Por cierto es un punto de vista de la existencia muy duro, y es creído “religiosamente” por muchas personas. Por cierto, es así de pasajera nuestra “incidencia en el cronograma de la historia”. Dios mismo nos recuerda en la Biblia que <<del polvo eres y al polvo volverás>>, y en otra parte que: <<Todo hombre es como la hierba, y toda su gloria es como una flor. La hierba se seca, y la flor se marchita, pero …>>. (Dejo el “pero” para después).


Pese al triste fatalismo expresado por el joven, buscamos alguna “razón porqué vivir esta breve pasada” por planeta tierra. Muchos padres viven para sus hijos. Especialmente a las madres las oigo decir que sus hijos son todo para ellas, y viven para asegurar su buen pasar. Si bien parece loable, suele acarrear graves problemas cuando la nueva generación necesita volar. Otros muchos hunden su mirada en su trabajo o carrera. Todavía otros durante la historia, han tomado ese criterio como justificativo para el abandono de todo límite moral, y otros para el genocidio, el aborto, etc.; total, “¡muerto el perro se acabó la rabia!”.


Pero…, sí, volvamos al “pero” del texto de la Biblia: <<pero la Palabra del Señor permanece para siempre>> 1 Pedro 1:24. Físicamente, el libro de la Palabra se ha querido destruir con grandes fogatas, edictos y leyes con penas severas, como si la tenencia y la distribución de la Biblia fuera un crimen atroz. Algo tiene esta “Palabra” para que cause tanto miedo, odio y rechazo.


Saque usted el polvo de la Palabra en su estante, léala, medítela. Prometo que allí encontrará el secreto del más allá de su descomposición y su retorno al polvo.


Por Ken Russell

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