miércoles, 28 de junio de 2017

¿Amigos o Enemigos?

Se cuenta de un Zar de la antigua Rusia que ordenó la destrucción de un foco de rebeldía contra su autoridad. Los enemigos del Zar tenían que morir.

El comandante de la operación, en lugar de atacar a los enemigos del Zar optó por razonar con ellos,
alabando a la vez la persona y las proezas del Zar. Su táctica tuvo pleno éxito y los rebeldes juraron fidelidad al Zar y abandonaron su rebeldía contra el gobierno.
Cuando el comandante se presentó delante de Zar tuvo que hablar rápido y en forma muy convincente porque ya le había llegado la noticia de que su orden había sido desobedecida.
¿Era cierto?

El comandante tuvo que explicar que los enemigos ahora eran amigos del Zar y que la orden era de destruir a enemigos y no a amigos.
Estoy seguro que usted está de acuerdo que es mejor convertir al enemigo en amigo y no matarlo.

Algo que escribió Pablo a los romanos en la Biblia concuerda con nuestra opinión, y lo que es más importante tiene que ver directamente con usted y conmigo: dice que siendo enemigos fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo.
Según la Biblia, nuestro pecado constituye insubordinación y enemistad contra Dios y su justicia. La justicia de Dios había declarado que el alma que pecare morirá, pero ¿qué hizo Dios?
Usted ya se dio cuenta.
Envió a su Hijo Jesucristo al mundo para reconciliarnos con él.
Pero no le fue tan fácil como en el caso del comandante ruso. Jesús tuvo que
llevar sobre sí toda la culpa nuestra y luego sufrir todo el castigo que nos correspondía clavado a una cruz. Por eso creemos que siendo enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo. Omití un detalle: ¿ha aceptado usted personalmente la reconciliación con Dios que tanto
costó a Jesús?
Por Lionel Russell

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