Parece que todo tiene su variedad, de costo y de calidad. Hay barato y caro, y hay malo y bueno. Hablamos también de gente buena y mala, y por cierto que hay grandes diferencias entre las personas, sus conductas, sus valores y sus actitudes. Pero ¿podemos realmente decir que hay buenas y malas personas? ¿No tendríamos que decir más bien algo así – que hay personas injustas que lo reconocen, y hay personas injustas que no lo reconocen?
Sería bueno poder decir que fulano es bueno, es justo, y de repente usted que lee esto se considera justo; por lo menos no tan injusto como alguno que podría nombrar. Mientras solamente nos comparamos unos a otros, vaya y pase, pero el tema cambia drásticamente cuando reflexionamos sobre nuestra situación ante el juez del universo, y el efecto eterno que tendrá sobre nosotros.
Me viene a la mente ese pasaje de Romanos 3 que dice que << No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios>>.
¿Le cuesta a usted incluirse dentro de ese marco y reconocer que es injusto? ¿Le cuesta reconocer que no está en condiciones de presentarse ante Dios? Realmente, feliz el día cuando comprendemos, aceptamos y reconocemos esta nuestra realidad. Reconocer la enfermedad nos permite buscar el remedio. Reconocer mi injusticia me permite buscar la solución.
Romanos 3:21,22 nos da la solución. <<Se ha manifestado la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo para todos los que creen en él. Somos justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús>>. ¡Fantástico, verdad!
Por Ken Russell
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