sábado, 31 de agosto de 2019

Manual del fabricante

Cuando niño, el avance tecnológico más fascinante que se podía tener era un reloj. El súmmum eran los sumergibles. No había razón para ir a la playa con reloj, pero quien tenía un “water resisit”, quería mostrarlo. Cualquiera podía pretender que su reloj era sumergible. Podía sentir que era sumergible y meterlo en el agua como si fuera sumergible. Podría tener la profunda convicción que no se dañaría. Pero el resultado fatalmente sería el que ocurre cuando se ignoran las indicaciones del fabricante.
Así como un manual contiene instrucciones para el mejor funcionamiento del producto, los principios y valores que Dios escribió en la conciencia humana le permiten alcanzar su máximo potencial individual y colectivo. En cambio, cuando esos ideales decaen, las sociedades colapsan.
Son ideales comunes a todos. No importa en qué continente o siglo, no importa que pueblo o civilización, hay valores siempre admirados y apreciados: altruismo, lealtad, amistad, honestidad y otros que, hasta donde sé, ninguna sociedad aprueba, como: traición, cobardía, soberbia e injusticia.
No es casual que en tan vasta diversidad de culturas y estados de desarrollo exista esta simetría de vicios y virtudes. Es que a pesar de su deterioro moral, el hombre mantiene rastros de la imagen y semejanza del Creador. Los hijos de Dios estamos llamados a no dejarnos arrastrar por los criterios del tiempo presente, sino a vivir y promover los eternos principios de su Palabra.
Durante este “mes de la Biblia”, intentaremos repasar algunos de esos valores para descubrir cómo su aplicación resulta en vida abundante para nosotros y bendición para quienes nos rodean.


Por Pablo D. López

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