Capítulo
12: Rebelión contra el liderazgo debido a la envidia entre hermanos
1. Seguramente María y Aarón tenían razón
en no estar de acuerdo con que Moisés
tomase una esposa extranjera (Cusita, de Egipto), además de la que ya
tenía. Sin embargo, la forma en que trataron el tema los hizo culpables de
rebelión. A veces las personas, aún teniendo la razón, cometen errores sobre la
forma grotesca en la que tratan los asuntos, haciéndoles perder sus argumentos.
No les preocupaba tanto someterse a Dios y a Moisés, como deseaban una posición
de liderazgo sobre el pueblo. Es común que las personas que desean poder sobre
otros se justifiquen en los errores de las personas acusadas. Resulta que los
hermanos estaban celosos y luchaban contra Dios mismo. Moisés tenía un corazón
paciente y ciertamente indulgente, por lo que no continuaría con el asunto.
Pero Dios llevaría el asunto adelante y convocaría a los tres hermanos delante
de Él. El Señor dejó muy claro que Moisés era el elegido de Dios para
representarlo ante el pueblo. Dios solo habló íntimamente con Moisés. Dios
consideraba a Moisés un hombre fiel, no perfecto. Fue muy audaz por parte de
María y Aarón confrontar la autoridad de Moisés (v.1-8).
2. Dios derramó su ira sobre los hermanos
rebeldes. Parece que Miriam
dirigió la rebelión. Tenga en cuenta que el
capítulo comienza con su nombre. Solo ella quedó leprosa. En los movimientos
rebeldes siempre hay una cabecilla. Moisés tuvo compasión de su hermana, pero
él mismo se sintió culpable por esta situación. María estaba desfigurada con la
piel leprosa. Moisés le rogó a Dios que la sanara. Entre los hermanos de sangre
o de fe no debe haber rencor y venganza, sino perdón. Dios le ordenó que
permaneciera recluida fuera del campamento durante siete días. Él podía sanarla
y restaurarla a la comunión de inmediato, pero le dio tiempo para reflexionar
sobre la locura de la rebelión contra el liderazgo instituido por Dios. Este
incidente retrasó que el pueblo se fuera a otra región. La rebelión retrasa la
obra de Dios y afecta a todos. También hemos aprendido que aunque Dios use
mucho a alguien, como lo hizo con María, protegiendo a Moisés cuando era un
bebé, la misma persona puede caer en su carácter corrupto. Para tales deslices
siempre hay perdón, por lo que se necesita un humilde reconocimiento (v.9-16).
“Así,
recordamos que Dios, al mostrar misericordia, no ignora el gobierno instituido.
Si Él lo hace así, deberíamos aprender a juzgar adecuadamente nuestras acciones
pecaminosas y ejercitarnos para evitar repetir los mismos errores ".[1]
Las
paradojas de la rebeldía (Núm. 12)
1. La rebeldía está cubierta de razón,
pero solo empeora las cosas por razones egoístas (v.1-2)
2. La rebeldía es impaciente, pero casi
siempre encuentra un opuesto (v.3)
3. La rebeldía quiere satisfacción, pero
nunca hablar con Dios (v.4-5)
4. La rebeldía quiere ser mejor, pero no
califica fielmente para ello (v.6-8)
5. La rebeldía quiere dañar al líder,
pero termina siendo perjudicada (v.9-10)
6. La rebeldía no tiene piedad, pero
depende del perdón del líder (v.11-13)
7. La rebeldía tiene prisa, pero termina
retrasando todo el trabajo (v.14-16)
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