Capítulo
8: Consagración de Sacerdotes
1.Las lámparas del Tabernáculo siempre
fueron muy bien mantenidas, ya que la luz debía brillar en el ambiente interior
mostrando que Dios es la luz del pueblo y
que con el Señor como guía nunca quedarían sin dirección. Jesús es la
luz del mundo. El pecador, en su estado de miseria y oscuridad, tiene un faro que
lo lleva al puerto seguro del alma. Él mismo (v. 1-4).
2. Los sacerdotes servían en el
tabernáculo, pero primero necesitaban ser consagrados. Lo hacían así, de
acuerdo con las instrucciones que Moisés había recibido de Dios mismo. También
los que trabajamos directamente en algún servicio en la obra de Dios,
especialmente, conduciendo un rebaño, debemos consagrarnos a Él, manteniendo
una conducta diaria ejemplar. Los sacerdotes tenían un tiempo de trabajo de 25 a
50 años. Se jubilaban, pero no necesariamente quedaban sin actividad, ya que
servirían como incentivo y ayuda para los más jóvenes. La faja etaria de la
vida activa, en nuestra sociedad, ha aumentado considerablemente. Sin embargo,
esto no significa que los creyentes sean más productivos en la obra de Dios, ya
que cuidar del bienestar familiar, los asuntos financieros, el tiempo libre y
otras actividades nos ha quitado bastante tiempo (v.5-26).
“Todos
los que esperan participar de los privilegios del tabernáculo, deben estar
resueltos a hacer el servicio del tabernáculo. Mientras por una parte, ninguna
de las criaturas de Dios necesariamente es su siervo, Él no necesita el
servicio de ninguna de ellas; por otra parte, nadie es siervo honorario que
nada hace. Dios emplea a todos los que le pertenecen; los mismos ángeles tienen
sus servicios.".[1]
[1] Comentário
Bíblico de Matthew Henry pg.11 (Casa
Publicadora das Assembleias de Deus - 3ª Edição - 2003)
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