Prudencia.
Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas. Mateo 10:16
Para enfrentar tiempos peligrosos, Jesús aconseja imitar la cautela que engalana a los simpáticos ofidios, su capacidad para evaluar posibles riesgos y no exponerse al peligro innecesariamente.
La vida cristiana implica una lucha espiritual. Ser prudentes es estar bien equipados, vistiendo toda la armadura que el Señor proporciona, esto es, un estilo acorde a la fe que profesamos. La prudencia también indica que hay batallas de las que debemos huir. En ellas no cuentan valentía o fuerza, porque el enemigo está en nosotros. Debemos huir de la inmoralidad sexual, la codicia y las pasiones juveniles, pero perseguir aquellas que bendicen nuestra vida. 2 Timoteo 2:22
Otra acepción de prudencia es la astucia necesaria para compartir un mensaje que resulta “locura” para los que se pierden y es “políticamente incorrecto” para la mente moderna. Tristemente hay sectores del cristianismo que parecen más preocupados por denunciar que por anunciar, más interesados en el gobierno que en el reino. Hay que señalar el pecado, pero sin militar contra la gente.
La Biblia propone ser prudentes para vivir piadosamente, para estar dispuestos a arriesgar si es necesario, para compartir el único mensaje capaz de salvar almas del infierno, sin eslóganes, sin respuestas simplistas a problemas complejos, siempre “preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia” a todo el que demande razón de nuestra esperanza.
La sabiduría del prudente está en entender su camino, mas la necedad de los necios es engaño. Proverbios 14:8
Por Pablo D. López
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