sábado, 7 de septiembre de 2019

Valores Bíblicos. Esperanza

Esperanza.
Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Hebreos 10:23
No es la luz al final del túnel ¡es un tren que viene! Hoy es peor que ayer, pero mejor que mañana. Son frases que reflejan una visión pesimista del mundo, pero... ¿existen razones para pensar distinto? La humanidad ha asistido al fracaso de aquellas cosas de las que esperaba soluciones. Los sistemas filosóficos, políticos y económicos no han podido resolver los grandes problemas mundiales.
La esperanza por sí misma no cambia nada, no pasa de ser mera credulidad. El valor de la esperanza está en su objeto. Lo importante no es la esperanza sino en quien se deposita. David decía: “En Dios solamente reposa mi alma, porque de él viene mi esperanza. (Salmo 62:5-6)
En medio de las tormentas y vaivenes de la vida, la Biblia propone creer a Dios. Aferrarnos a la firme y segura ancla de sus promesas. Puede que en ocasiones las preocupaciones de este mundo parezcan sofocar nuestra fe y desvíen nuestra mirada a lo terrenal. ¡Nuestra esperanza permanece firme!
La verdadera esperanza del creyente no es el cielo ni ninguna de sus glorias, sino Cristo mismo. “Cristo en nosotros, esperanza de gloria”. Ni las calles de oro ni el mar de cristal superan la bendición de ver cara a cara a Aquel que quiso nuestras almas redimir.
Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Juan 14:3

Por Pablo D. López

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