Capítulo
23: Más fugas de David
1. Dios no abandonó a David. Él sería más
útil en Judá que en el territorio de Moab. La liberación de Keila le daría un
nuevo impulso a las actividades militares de David. Dios usó al profeta Gad en
un momento en el que David estaba desanimado. El Señor no quiere que
permanezcamos inútiles. Es cierto que a veces tenemos que sosegar las
actividades, pero todo en el tiempo del Señor. La multitud o el desierto son
determinaciones de Dios para sus siervos y no nosotros los que escogemos. Los
compañeros de David tenían miedo de esta campaña para atacar a los filisteos.
Pero David confió en Dios al consultarlo nuevamente y recibir la confirmación.
Incluso Abiatar, que carecía de toda la familia, tenía un ministerio
sacerdotal. Saúl pensó que David estaba en sus manos, porque Keila era una
ciudad fortificada y David no tendría como huir. La preocupación de David ya no
era consigo mismo, sino con la ciudad de Keila, que fue destruida por Saúl a
causa de David. Cuando el siervo de Dios madura, piensa más en los demás que en
sí mismo. Los habitantes de Keila, salvados por David, no mostrarían piedad y
lo entregarían a Saúl, mostrando ingratitud. Sin embargo, David huyó antes de
que esto sucediera. Dios estaba cuidando a David (v.1-14).
2. Jonatán siempre alentó a David a
confiar en el Señor. Es muy bueno tener amigos que nos acercan al Señor. Jonatán
está comprometido con David y su futuro reino, incluso si para eso tenía que
oponerse a su propio padre. Necesitamos confiar en Dios y honrar a nuestros
padres, pero cuando los padres nos quieren lejos de Dios, debemos estar
valientemente del lado correcto, nuestro Dios. Había muchas personas que
estaban listas para entregar a David a Saúl, pensando en obtener ventaja. No
pensaban en lo correcto, sino en lo conveniente. Saúl contó con estas personas,
pero reconoció que Dios estaba con David y que él era muy inteligente. Dios usó
una invasión de los filisteos para desviar a Saúl de la persecución de David.
Sí, circunstancias imprevistas pueden convertirse en nuestro escape cuando Dios
nos está dirigiendo (v. 15-29).
"Ciertamente
fue la providencia de Dios la que dirigió este caso, que un mensajero llegara a
Saúl justo cuando David estaba a punto de caer en sus manos".[1]
El
siervo de Dios no para (1 Sam 23)
1. El siervo de Dios no deja de ver la
injusticia y el miedo (v.1-4)
2. El siervo de Dios no deja de consultar
a Dios (v.5-14)
3. El siervo de Dios no deja a de recibir
el estímulo de Dios para continuar (v.15-18)
4. El siervo de Dios no deja de enfrentar
problemas (v.19-26)
5. El siervo de Dios no deja de recibir
la providencia de Dios (v.27-29)
[1] John Gill's Exposition of the Entire
Bible, 1 Sm 23.27 (John Gill 1690-1771 - extraído de e-sword version 10.3.0 –
2014)
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