miércoles, 1 de enero de 2020

1 Samuel 23


Capítulo 23: Más fugas de David

1. Dios no abandonó a David. Él sería más útil en Judá que en el territorio de Moab. La liberación de Keila le daría un nuevo impulso a las actividades militares de David. Dios usó al profeta Gad en un momento en el que David estaba desanimado. El Señor no quiere que permanezcamos inútiles. Es cierto que a veces tenemos que sosegar las actividades, pero todo en el tiempo del Señor. La multitud o el desierto son determinaciones de Dios para sus siervos y no nosotros los que escogemos. Los compañeros de David tenían miedo de esta campaña para atacar a los filisteos. Pero David confió en Dios al consultarlo nuevamente y recibir la confirmación. Incluso Abiatar, que carecía de toda la familia, tenía un ministerio sacerdotal. Saúl pensó que David estaba en sus manos, porque Keila era una ciudad fortificada y David no tendría como huir. La preocupación de David ya no era consigo mismo, sino con la ciudad de Keila, que fue destruida por Saúl a causa de David. Cuando el siervo de Dios madura, piensa más en los demás que en sí mismo. Los habitantes de Keila, salvados por David, no mostrarían piedad y lo entregarían a Saúl, mostrando ingratitud. Sin embargo, David huyó antes de que esto sucediera. Dios estaba cuidando a David (v.1-14).

2. Jonatán siempre alentó a David a confiar en el Señor. Es muy bueno tener amigos que nos acercan al Señor. Jonatán está comprometido con David y su futuro reino, incluso si para eso tenía que oponerse a su propio padre. Necesitamos confiar en Dios y honrar a nuestros padres, pero cuando los padres nos quieren lejos de Dios, debemos estar valientemente del lado correcto, nuestro Dios. Había muchas personas que estaban listas para entregar a David a Saúl, pensando en obtener ventaja. No pensaban en lo correcto, sino en lo conveniente. Saúl contó con estas personas, pero reconoció que Dios estaba con David y que él era muy inteligente. Dios usó una invasión de los filisteos para desviar a Saúl de la persecución de David. Sí, circunstancias imprevistas pueden convertirse en nuestro escape cuando Dios nos está dirigiendo (v. 15-29).

"Ciertamente fue la providencia de Dios la que dirigió este caso, que un mensajero llegara a Saúl justo cuando David estaba a punto de caer en sus manos".[1]

El siervo de Dios no para (1 Sam 23)
1. El siervo de Dios no deja de ver la injusticia y el miedo (v.1-4)
2. El siervo de Dios no deja de consultar a Dios (v.5-14)
3. El siervo de Dios no deja a de recibir el estímulo de Dios para continuar (v.15-18)
4. El siervo de Dios no deja de enfrentar problemas (v.19-26)
5. El siervo de Dios no deja de recibir la providencia de Dios (v.27-29)


[1] John Gill's Exposition of the Entire Bible, 1 Sm 23.27 (John Gill 1690-1771 - extraído de e-sword version 10.3.0 – 2014)


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