jueves, 19 de marzo de 2020

Tiempo de crisis

En medio de la tensa calma, en medio de la expectativa de tormenta que se avecina...y que ya está aquí, hay muchas cosas valiosas que podemos aprender de éste tiempo de pandemia.
En relación a los otros, creo que nos está enseñando mucho.

Escribía John Donne: "Nadie es una isla en sí mismo; cada hombre es un pedazo de un continente, una parte de la Tierra...; por eso la muerte de cualquier hombre arranca algo de mí, porque estoy ligado a la humanidad; y por tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas, porque están doblando por ti". En este tiempo hemos aprendido dolorosamente ésta lección. Hemos comprobado el peligro que es para todos la negligencia y la desidia de uno. Hemos experimentado el efecto devastador del egoísmo. Pero también palpamos el efecto protector y sanador de la solidaridad y de la compasión. La Biblia dice que Dios "de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres..." (Hch 17:26). Conocimos la importancia de la familia, de las relaciones humanas. Cada uno pudo sopesar hasta donde está dispuesto a sacrificarse por el bien de otros.
Asimismo cada uno ha podido experimentar la fragilidad de su propia vida. Nuestra vida es como neblina, dice la Escritura (Stg 4:14) Comprobamos la necedad de la soberbia con la que vivimos nuestros días en ésta tierra. Lo superfluo de las actividades con las que llenamos nuestro tiempo cotidianamente...nos cerraron los shopping y no pasó nada...pero no podemos ir a visitar a los viejos, ni llevarle a los nietos, y se nos pianta un lagrimón.
Hemos experimentado de cerca la fragilidad de todo el sistema que hemos construído, que se tambalea, aunque parecía inexpugnable. Vimos la impotencia del materialismo para resolver nuestros problemas. "La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee" dijo con claridad Jesús (Lc 12:15)
Hemos visto de cerca la inexorable cercanía de la muerte. Y nuestra desesperante necesidad de Dios. De llenar ese vacío que tenemos con su forma. El "ha puesto eternidad en el corazon" del ser humano (Ecl 3:11), "para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros" (Hch 17:27)
Ese Dios que está, puede ser hallado. De hecho, él vino a buscarnos. Jesús es la respuesta de Dios a nuestro vacío, a nuestro extravío, a nuestro pecado, a nuestra perdición. El vino "a buscar y a salvar lo que se había perdido" (Lc 19:10). Y eso me incluye a mí, y te incluye a ti.
¿Por qué no aprovechas este tiempo para venir a Él, en arrepentimiento y fe?. Si así lo haces, jamás habrá existido para ti una crisis tan vitalmente significativa como ésta.
"Buscad a Dios mientras pueda ser hallado, llamadle en tanto que está cercano" Isaías 55:6

Por Mauricio Amaral

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