viernes, 20 de noviembre de 2020

Salmo 141

Salmo 141: Los objetos de la oración de David en tiempos difíciles de persecución

1.David estaba huyendo de Saúl y en extrema necesidad de la liberación de Dios. La nación de Israel estará así en la Tribulación. Hoy, necesita urgentemente la intervención de Dios. Nosotros somos puestos en situaciones desesperantes y necesitamos la liberación de Dios. Cada día Satanás quiere destruirnos y, por eso, Jesús enseñó a sus discípulos a orar así: "No nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal". David fue muy objetivo. En sus oraciones tenía objetos claros en su mente. Aunque su vida fue turbulenta, Dios le dio a David claridad de pensamiento en la oración. El creyente debe tener claro en su mente cuáles son los objetos de su oración.


2. Durante la persecución, la calumnia y la crítica, el creyente debe tener dos objetos en mente en su oración. El primero debe ser la Persona de Dios. No significa que veamos a Dios como cualquier objeto, sino como un objeto en el sentido de un objetivo. Dios debe ser la meta más grande en la oración del creyente en dificultades. Queremos ver a Dios en todas las situaciones. El creyente clama a Dios, porque Él es el único que puede ayudarnos. No hay nadie en el cielo ni en la tierra que pueda servirnos. En el cielo, los ángeles no son el objeto de nuestra oración y en la tierra el hombre no es nuestra ayuda ni el objeto de nuestro clamor. En los salmos está la palabra clamar 7 veces, clamé 13, clamó 7 y clamo 2, un total de 29 veces (v.1).


3. Se ofrecía incienso por las mañanas como símbolo de las oraciones de los creyentes. En Apocalipsis vemos que el símbolo permanece. Dios quiere escuchar las oraciones de los creyentes. El incienso se dirige hacia arriba, porque es hacia arriba a donde va el humo que es es más ligero que el aire. El objetivo de nuestras oraciones debe ser lo alto, la Persona de Dios. Si nuestras oraciones son pesadas, es decir, sin la ligereza de la confianza en Dios, no llegarán a Él, sino que permanecerán en la tierra en busca de ayuda humana e inútil (v.2, ver Apocalipsis 5:8 y 8:3-4).


4. Por la tarde se ofrecía el sacrificio a Dios. David quiere ser aceptado por Dios. El Señor se convierte en el objeto de su oración en tiempos difíciles de persecución. En Cristo, el sacrificio perfecto, tenemos comunión con Dios y podemos acercarnos a Él con confianza. David levantó las manos en súplica a Dios y esperaba que ese acto fuera como un sacrificio que ofrecería si estuviera cerca del altar del Señor (v.2).


5. Mientras el creyente ora, es posible dudar y murmurar por la “demora” de Dios. David sabía esto, conocía su propio corazón y, por lo tanto, clama a Dios que cuide su boca para no proferir ninguna blasfemia, ya que no condice en la vida del creyente orar a Dios y al mismo tiempo estar en desacuerdo con Sus planes (v. 3).


“Los pecados de la lengua son ciertamente obstinados y universales en su práctica. Los salmos dicen mucho sobre el uso adecuado del lenguaje ” 1 .


6. Si David actuara como un incrédulo, estaría actuando como sus perseguidores. Él sabe que esto es posible. Las persecuciones pueden acercarnos más a Dios, pero también pueden alejarnos de Él y hacer que busquemos una alianza con hombres corruptos. David tuvo hambre durante esas persecuciones, pero no pudo cambiar la adoración y la confianza de su Dios por un “plato de lentejas” (v.4, ver 2 Sam 17:27-29 una de las veces que David se escapó, aquí de Absalón).


7. El objeto de nuestra oración nunca debe cambiar. Dios es el único objeto de nuestra confianza. Cuando oramos a Dios, pero esperamos de los hombres, es como si el incienso fuera un polvo pesado que no se eleva en el aire o como un animal tullido ofrecido como sacrificio. Dios no lo puede aceptar, porque Él es Santo.


8. Otro objeto de nuestra atención y oración en tiempos difíciles de persecución deben ser nuestros perseguidores. Entendamos el objeto de nuestra oración, el motivo de nuestra oración, porque como ya hemos visto, oramos y confiamos solo en Dios. No pedimos ayuda a los impíos, ya que son engañadores. David aceptó sin reservas la corrección de un justo, porque las heridas del que ama son medicina y son fieles. David tiene como objeto de sus oraciones a la Persona de Dios con respecto a sus malvados perseguidores (v.5, ver Proverbios 27:6).


9. Los enemigos verían la justicia de David y sus dulces palabras. Aunque nuestros oponentes son objeto de nuestra oración e incluso podemos pedirle a Dios que pese su mano sobre aquellos que no quieren arrepentirse, debemos tener palabras dulces y nunca actuar por venganza propia. Dios es el juez (v.6).


10. Cuando un cuerpo se queda sin sepultura, la tierra cubre los huesos superficialmente, pero cuando alguien viene a arar la tierra, pronto se descubren los huesos. Un cuerpo insepulto era inconcebible para los judíos, como lo es para la mayoría de las sociedades. Pero, incluso si esto le sucediera a David, su confianza estaría totalmente puesta en el Señor. Tenía la garantía de tener su alma segura en Dios. El hombre solo puede dañar nuestro cuerpo, pero nunca nuestra alma (v.7-8 ver Mt 10:28).


11. Las personas malas ponen trampas a los que confían en el Señor, por eso, el creyente no conoce todos los peligros en los que está envuelto. Debemos confiar en el Señor. Puede hacer que nuestros enemigos caigan en sus propias redes, mientras nosotros salimos ilesos. Los amigos de Daniel no sufrieron ningún tipo de quemadura, pero los hombres malos fueron quemados (v. 9-10, ver Dan. 3:22).


12. Los enemigos son objeto de nuestra oración. No debemos ignorar las artimañas de Satanás, por eso, debemos admitir que estamos en una batalla y clamar por la protección y la justicia de Dios. Cuando el creyente se encuentra en una situación difícil de persecución, debe tener a la Persona de Dios como su objeto de oración y también orar por los perseguidores para que Dios proteja al creyente y pese su mano sobre los enemigos.


Salmo 141: Los objetos de la oración de David en tiempos difíciles de persecución

1. Dios (v.1-4)

2.Los perseguidores (v.5-10)




1.  O Antigo Testamento Interpretado versículo por versículo vol. 4, Sl 141.3, pg. 2501 – Russell Norman Champlin (Editora Hagnos – São Paulo – SP – 2ª ed. 2001)

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