viernes, 26 de febrero de 2021

Isaías 39

 Capítulo 39: Revelando tesoros a los enemigos

 

En 712 a. C., Merodac-baladán, quería hacer una alianza con el rey Ezequías contra Asiria. Dos años después, Asiria tomó Babilonia. La visita parecía una actitud de buenos vecinos, pero era interesada. El rey Ezequías gustó de su propia exaltación y mostró los tesoros de la Casa del Señor como si fueran suyos. Él debería cuidarlos para el Señor, sin embargo, se jactó de las riquezas para mostrarse fuerte y superior (v.1-2).

 

2. El profeta Isaías le hizo repetir y reflexionar sobre su acto de vanidad. Ezequías no ocultó nada a los caldeos, pero tampoco ocultó nada al profeta. Quizás, Ezequías sabía que el profeta lo reprendería. No está mal reconocer que Dios nos da bendiciones materiales, pero es pecado ostentar nuestros tesoros frente a las personas con el objetivo de impresionarlas, pues el mensaje que se da con la ostentación es que los bienes son más importantes que el carácter y la vida con Dios (v.3-4).

 

3. La profecía de Isaías se cumplió y está registrada en el incidente del cautiverio en Babilonia. El creyente está dando todos los tesoros escondidos al enemigo, Satanás, cuando no le da gloria a Dios. La entrega de uno mismo al Señor es la mejor inversión que el creyente hace de sus tesoros (v. 5-6).

 

"Debido a la severidad del castigo, se declara cómo Dios detestó la ambición y la vanagloria".[1]

 

4. El rey Ezequías no sería llevado cautivo, pero sí sus hijos. Es triste para el padre contemplar un futuro desastroso para sus hijos. Era la disciplina más dura que enfrentaría Ezequías. Los quince años más de vida que ganó Ezequías como "bono" después de su enfermedad, se estaban desperdiciando debido al orgullo. La palabra del Señor le pareció buena a Ezequías porque pensaba solo en sí mismo, es decir, él mismo no sufriría cautiverio. Sin embargo, el solo hecho de imaginar que sus hijos siendo hechos eunucos (castrados) debería afligirlo gravemente (v.7-8).

 

Revelando tesoros a los enemigos (Is 39)

1. La inocente política de buena vecindad (v.1-4)

2. La consecuencia de la ingenuidad espiritual (v.5-8)

 

Una muestra de la arrogancia humana (Is 36-39)

1. El hombre no cree en la intervención divina (36:7,14-15, 18, 20)

2. El hombre afrenta a Dios (37:4,6,17,23-24,29,35-38)

3. El hombre busca algún merecimiento ante Dios (38: 1-3)

4. Al hombre le gusta hacer alarde de su riqueza (39:2-4,8)



[1] Geneva Bible Translation Notes – Is 39.6 - 1599 Geneva Bible Translation Notes (extraído de e-sword version 11.0.6 – 2016)

 

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