Capítulo 9: El castigo merecido
El pueblo está viviendo una mentira, porque comete pecados y traiciona el amor de Dios. Esta falsedad impide conocer a Dios. Cuando no somos auténticos y formamos nuestro propio estilo de vida falso, Dios no se complace en darse a conocer. Además, dejaron la Ley de Dios porque entendieron que no necesitan reglas más que las suyas. Es común que el legalista camine según sus propias reglas y no obedezca la Palabra de Dios. El pueblo comienza a gloriarse en sí mismo y no busca la gloria de Dios, que es el único permiso para gloriarse. Por tanto, por ser falsos, abandonan la Ley de Dios y porque no se glorían en el Señor, el castigo de la nación es merecido (v.1-26).
“Los versículos 23 y 24 son los más conocidos de Jeremías. Como comenta G. Herbert Livingston: ... vale la pena memorizarlos. Los seres humanos se esfuerzan por obtener sabiduría, fuerza y riqueza, mientras que Dios se complace en la misericordia, el juicio y la justicia. Bienaventurado el que conoce al Señor hasta el punto de agradarse con lo que Él se agrada”.[1]
[1]Comentário Bíblico Popular Antigo Testamento, pg. 677 – Jr 9.23-24 – William MacDonald (Editora Mundo Cristão – SP – 2ª ed. junho de 2011 – impresso na China)
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