Ezequiel 30

 Capítulo 30: El día del Señor contra Egipto

 

1. No solo para Egipto, sino también para Etiopía. Será un día de lamentos. Egipto no era de gemir, sino que hacía gemir a otros pueblos. Será el tiempo de los gentiles, ya que los caldeos invaden a Egipto y a Etiopía. Todos son gentiles. Israel no participa en esto. La unión de estos países también trajo juicio para todos ellos. Egipto no era poderoso solo, sino que dependía de la unión de vecinos. La noticia de la caída de Egipto llegará como una advertencia a Etiopía, pero no servirá de nada, porque Dios, a través de Nabucodonosor, alcanzará a todos. Egipto se convertirá en un desierto. El fuerte de Egiptol, que es la idolatría, será exterminado. Varias ciudades importantes serán destruidas (v.1-19).

 

2. La derrota del faraón será completa. Nadie podrá ayudarlo. Es como un brazo quebrado sin vendaje. La nación de Egipto también se dispersará entre las naciones. Babilonia ganará fuerza, pero Egipto estará asustado e irreconocible. ¿Quién hubiera imaginado a Egipto en tal situación? El Egipto de tantos faraones, tantos edificios, pirámides exuberantes, privilegiado con el Nilo que atraviesa el desierto, sin embargo, la nación nunca tuvo el agua más preciosa, el agua de la vida (v.20-26).

 

“Esparciré a los egipcios entre las naciones. Después de la devastación de Egipto, los pocos supervivientes se dispersaron entre las naciones circundantes; algunos huyeron a los estados vecinos, pero la mayoría terminaron en Babilonia, en cautiverio. Vemos la misma información en Ez 29:12, un paralelo directo, cuyas notas también se aplican aquí. La espada del Señor operaba mediante instrumentos humanos; Yahvé, ejerciendo su soberanía entre las naciones, actuó de acuerdo con la ley moral. La dispersión de Egipto se menciona nuevamente en el vers. 26”.[1]

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[1] O Antigo Testamento Interpretado versículo por versículo vol. 5, pg. 3293 – Ez 30.23 – Russell Norman Champlin (Editora Hagnos – São Paulo – SP – 2ª ed. 2001)