Capítulo 3: Los juicios de Dios contra los malos líderes
1. El profeta Miqueas tiene la difícil tarea de reprender a los líderes malvados. No es fácil reprender a alguien, pero reprender a los líderes es aún más difícil, porque si son arrogantes tendrán muchos más argumentos que una persona común. El juicio es de Dios mismo contra los malos líderes. Los líderes cargan con una mayor culpa cuando el pueblo se desvía de la obediencia a la Palabra de Dios, ya que son responsables de ejemplificar en su propia vida cómo amar el bien, son responsables de enseñar al pueblo y buscar el interés de ese pueblo. Son los líderes quienes saben lo que está bien y lo que está mal. Las preguntas, dudas y desesperaciones del pueblo se entregan a los líderes. Estos necesitan tener palabras sabias en todo momento. Los líderes de Judá estaban siendo malos, porque odiaban el bien en lugar de incentivarlo. Actuaban como bestias que destrozan a sus víctimas. Cuando los líderes se vuelven malos, no sirven a las personas, sino que se aprovechan de ellas. Los malos líderes estarán en una situación difícil, pero no serán escuchados, porque la reprensión de Dios vendrá sobre ellos por causar tanto daño a Su obra. Esto es para padres que no manejan bien su propia casa. Cuando experimenten el dolor de los hijos rebeldes, no podrán arreglar la situación. Por supuesto, debemos orar en todas y cada una de las situaciones, pero muchas aflicciones son consecuencia de un liderazgo deficiente. Aquellos en una posición de liderazgo siempre deben amar la bondad y servir a aquellos que dependen de su liderazgo, porque habrá una recompensa tanto para nuestros discípulos como para nosotros. (v.1-4).
2. Los malos líderes ni siquiera pueden alimentar al pueblo, porque ellos se alimentan del pueblo. Hay tanta gente necesitada, sufriente y angustiada. Existe una gran oportunidad para los buenos líderes. Las personas están hambrientas. Ellas carecen del evangelio y del consejo bíblico. Es fácil decir que todo está bien cuando estamos alimentados, pero los hambrientos no pueden ver esta paz. Por tanto, la paz que predican los malos líderes es falsa, es la paz del mundo. Ellos oprimen a los que necesitan la Palabra de Dios. Los malos líderes dejan a sus discípulos en la oscuridad, sin mebargo, ellos mismos caerán en la desgracia y la oscuridad. Por ahora confían en sus mentiras, pero pronto no tendrán un camino abierto para seguir, porque no verán nada hacia adelante. Los líderes que prometen y no cumplen y que solo dicen mentiras tendrán que cerrar la boca, ya que no tendrán respuesta de Dios. Sus falsas profecías serán expuestas y avergonzadas. El alimento solo la pueden dar aquellos que realmente tienen algo que ofrecer. La lectura de la Biblia, la oración y la obediencia a los principios de la Palabra de Dios suplen a todo líder de alimento para las almas hambrientas (v. 5-7).
3. Dios juzgará a los malos líderes porque actúan por interés propio. El egoísmo ha marcado a nuestra generación de tal manera que las personas incluso desconfían entre sí cuando alguien se propone ayudar sin ningún interés. El profeta Miqueas es un ejemplo de buen líder que piensa en el pueblo. Aunque sus palabras no son agradables de escuchar, son verdaderas y aquellos que escuchan y se arrepienten serán aceptados por Dios. Los malos líderes debían escuchar el juicio de Dios. Ellos serán responsables del cautiverio del pueblo de Judá. Ellos sirven mal y sirven por dinero y aún creen que la bendición de Dios está sobre ellos y, por lo tanto, no habrá castigo alguno. Los líderes que piensan solo en sí mismos sufrirán las consecuencias, pero lo peor de todo es que todos sufrirán. El cautiverio no solo sería para los malos líderes, sino para todo el pueblo. Quien quiera ser un buen líder en la obra de Dios debe actuar como los buenos líderes, que vivieron para servir a Dios y a su pueblo. La mano de Dios recompensará a los buenos líderes, sin embargo, los líderes que son malos deberán dar cuentas a Dios por sus acciones y no podrán engañar al recto juez (v. 8-12).
“Miqueas se contrasta aquí con los falsos profetas. Está lleno de poder heroico, fuerza interior, Espíritu del Señor. También está lleno de celo por la administración de la justicia y no por el amor a la opresión, de coraje y no de cobardía como la de los falsos profetas. Este celo y coraje encuentran expresión al dar a conocer a Jacob su transgresión (rebelión) y a Israel su pecado (errar al blanco). Miqueas, lleno de santa pasión por la causa de Jehová, podía hacer declaraciones audaces ...”[1]
Los juicios de Dios contra los malos líderes (Miq 3)
1. Porque odian lo bueno (v.1-4)
2. Porque no alimentan al pueblo (v.5-7)
3. Porque actúan por interés propio (v.8-12)
[1] Comentário Bíblico Moody – Miqueias pg. 13 (Editado por Charles F. Pfeiffer – Imprensa Batista Regular 4ª impressão 2001)
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