Capítulo 14: Primeros lugares en una boda. La gran cena. El servicio sacrificial a Cristo.
1. Jesús ya había sido acusado de comer con los pecadores, pero ciertamente no se estaban refiriendo a los fariseos, ya que eran considerados santos. Jesús está ahora en la casa de un importante fariseo para comer. Es sábado y había un hombre enfermo de hidropesía que, debido al mal funcionamiento de los riñones, por ejemplo, hacía que los tejidos se llenaran de agua, provocando mucho dolor[1]. Fue una prueba llevar a ese hombre el día de reposo. Jesús usó un argumento que ya había usado, pero aquí agregó un hijo cayendo al pozo. Por supuesto, cualquier padre salvaría a su propio hijo incluso un sábado. Jesús, por tanto, trató a ese hombre como a su hijo. Los fariseos sabían que Dios requiere que un padre cuide de su hijo, así que se quedaron callados y continuaron con la comida (v.1-6).
2. Jesús reparaba en las acciones de las personas y les enseñó algo sobre Él, el carácter de Su Padre y la fragilidad y pecaminosidad humana. Él enseña a través de la parábola sobre la vergüenza de tratar de sobresalir. La humildad da paso al honor, pero la arrogancia precede a la humillación. Querer ser importantes es una trampa, ya que podemos sentirnos demasiado avergonzados al ser pasados por alto. Jesús también incentiva a hacer el bien, como dar una comida, a quien no puede pagar de vuelta con otra invitación. Nuestra recompensa es con el Señor y no en este mundo (v.7-14).
“Jesús sabía que el anfitrión había invitado a los presentes por dos razones: (1) para devolver las invitaciones anteriores; y (2) para que quedasen en deuda con él y continuar invitándolo a otras fiestas. Este tipo de hospitalidad no es una expresión de amor y gracia, sino una demostración de orgullo y egoísmo. Estaba 'comprando' el reconocimiento de los invitados ".[2]
3. Alguien sacó el tema de una futura comida en el reino del Mesías. Jesús usa una parábola para decir que todos los judíos fueron invitados, pero no aceptaron el establecimiento del reino de la forma que Jesús se presentó a ellos, por lo que otros son invitados. Aquí estamos, no judíos, servidos por el Maestro y deleitándonos con Su salvación (v. 15-24).
4. Seguir a Jesús no es fácil, sin embargo, es seguro, ya que Él garantiza nuestro éxito eterno. El discipulado debe ser calculado. Un predicador de la Palabra de Jesús no debe ocultarle a la gente lo que pueden atravesar por causa de Cristo. Es un cálculo que todo creyente debe hacer por sí mismo. Jesús concluye esta parte del discurso ilustrando nuestras vidas con sal. La utilidad está en salar. Nuestras vidas son útiles cuando influenciamos a otras personas para que se acerquen más a Dios y Su Palabra (v.25-35).
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