lunes, 22 de noviembre de 2021

2 Corintios 8

 Capítulo 8: La necesidad de ayudar a los demás

 

1. La liberalidad de las iglesias macedonias superó su pobreza de recursos. Los creyentes macedonios fueron insistentes en la voluntariedad. Para ser liberales y voluntarios, los macedonios primeramente se entregaron al Señor. Pablo recomendó a Tito para ser intermediario de las ofrendas. Pablo apela a las virtudes de los corintios para contribuir. La generosidad tiene más que ver con la actitud del corazón que con el saldo bancario. El obrero no puede ser insensible y prohibir que personas, teniendo el poder de sus facultades mentales y la independencia de sus acciones, contribuyan con sacrificio (v.1-7).

 

2. La generosidad de los corintios sería una prueba del amor verdadero por los demás. Cristo Jesús es el mayor ejemplo de generosidad en la vida, porque se entregó a nosotros para enriquecernos, aunque para ello él mismo tuvo que hacerse pobre. Los corintios habían mostrado signos de esta generosidad hacía un año, y Pablo los anima a completar esta práctica. La práctica de la generosidad solo se requiere dentro de los recursos disponibles y no más allá. El propósito de la ayuda mutua no es desequilibrar los ahorros de nadie, sino igualar, en lo que respecta a los recursos. Esto difiere mucho de cualquier sistema autoritario de gobierno pues no hay imposición, sino voluntariedad (v. 8-15).

 

3. Tito es un ejemplo de creyente generoso que comprendió el principio y actuó voluntariamente en favor de los necesitados, animando a los corintios a contribuir. Otro hermano de buena reputación e indicado por las iglesias acompañaría a Tito. Pablo tomó las precauciones necesarias para no ser acusado de deshonestidad con el dinero de las iglesias, por lo que andaría de forma recta delante de Dios y los hombres. Pablo envía a otro con Tito y su compañero. Pablo refuerza que los tres son compañeros en su ministerio y, por tanto, hombres recomendables que deben ser bien recibidos (v.16-23).

 

“Eso nos lleva a cuidar nuestra vida, para que nuestro ministerio no sea censurado (II Cor.6.3). Eso incluso puede llevar a la renuncia a las cosas legítimas por causa de la obra de Dios (II Corintios 11:9). Sorprendentemente, el ministerio del siervo de Dios necesita la aprobación humana (Rom.14:18). Eso no significa que todos lo aprobarán. Sin embargo, si todos lo reprenden, será inútil, ya que no alcanzará a nadie. La relación del ministro con el poder, el dinero y el sexo son puntos sobresalientes dentro del testimonio y las credenciales del ministerio".[1]



[1] Segunda Epístola de Paulo aos Coríntio – 2 Co 8.21 - Prof. Anísio Renato de Andrade (SEBEMGE - Seminário Batista do Estado de Minas Gerais sem data)

 

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