Capítulo 9: La superioridad de Jesús sobre los sacrificios del Antiguo Testamento
En el Antiguo Testamento, los
sacrificios eran sagrados y solo se realizaban en el tabernáculo y luego en el
templo. El Lugar Santo hablaba de la presencia del Salvador (Pan, Luz,
Adoración y Oración). El Lugar Santísimo hablaba del acceso a la salvación a
través del sacrificio de Cristo. Los objetos dentro del arca hablan del rechazo
de la provisión que Dios hace para el pecador. El propiciatorio muestra que
Dios quedó satisfecho con la sangre de Jesús derramada por el pecador. El
primer tabernáculo es llamado Lugar Santo. Los sacerdotes entraban todos los
días (luz, incienso y pan, estos, una vez a la semana). El segundo tabernáculo es
llamado Lugar Santísimo. Solo el sumo sacerdote entraba una vez al año con
sangre. El pecador no tenía acceso directo a Dios, sino que dependía de los
sacerdotes para presentarlo ante Dios. Los sacrificios tenían su valor como una
sombra de Aquel que vendría como el sacrificio perfecto y completo, Jesús. El
tabernáculo ahora es celestial. Es el acceso a Dios a través de la muerte de
Jesús, el cordero perfecto. El cordero perfecto, Jesús, no quedo muerto sino que
vive. Servimos al Dios vivo. Todos están llamados a creer en la muerte de Jesús
como única salvación. Solo unos pocos creen, pero Dios quiere la salvación de
todos. Un testamento solo tiene valor cuando el testador muere. La muerte de
Jesús hizo posible nuestra herencia en el cielo. Dios escogió solamente perdonar
al pecador mediante el derramamiento de sangre. El pecado exige muerte. Un
santo podría morir en lugar del pecador. El tabernáculo en la tierra tenía el
valor de señalar la verdad celestial, pero solo un sacrificio superior podía
hacer que la salvación fuera verdadera. Jesús no ofreció la sangre ajena, es
decir, de otro, sino su propia sangre. Jesús solo tuvo que morir una vez, a
diferencia de los sacrificios menores que eran repetidos hasta que llegase el
sacrificio perfecto, Jesús. El pecador también tiene una sola oportunidad de
vivir y decidir si acepta la salvación eterna o permanece en sus propios pecados
(v.1-28).
"En cuanto a la
dificultad del texto, pues este elemento del tabernáculo [incensario] parece
estar en el interior del Lugar Santísimo, algunos eruditos han pensado que la
palabra 'tenía' no significa necesariamente que el altar estaba del lado de adentro
del ambiente cerrado del Lugar Santísimo, sino que solo 'pertenecía' a él,
simbolizando la intercesión hecha en el Lugar Santísimo y ser 'asociado'
ritualmente con él ".[1]
Qué piensan sobre la muerte[2] Filosofía: el individuo tiene una sola existencia. Murió,
se acabó. Nihilismo: la muerte es el fin de todo. Panteísmo - Al morir, vuelve a la masa común, es decir,
todo se diluye. Budismo - Reencarnaciones hasta alcanzar el Nirvana
(Iluminación). Hay 49 pasos después de morir hasta encarnarse. Los monjes oran
por los muertos para que alcancen una encarnación en un ser superior, pero
pueden sufrir terriblemente hasta reencarnar. Hasta alcanzar el nirvana, se
puede reencarnar casi un millón de veces. Hinduismo - Al morir, el alma transmigra a otro ser, puede
ser un animal o una persona. Se llama Karma y hay 14 niveles planetarios. Al
final de las encarnaciones, llega a una etapa en la que no hay nacimientos ni
muertes. Islam: cielo e infierno. El cielo es para aquellos que
obedecieron a Alá (a quien ellos llaman Dios) a través de los escritos de
Mahoma, el gran profeta de Alá. Espiritismo - Varias encarnaciones para que el espíritu
mejore hasta convertirse en un Espíritu Iluminado. Catolicismo: cielo e infierno basados en buenas obras o
falta de ellas (o malas obras). El purgatorio es temporal y depende de las
misas y las oraciones para que los muertos pasen al cielo. Adventismo - El que no guardó el sábado y no cumplió la Ley
de Moisés desaparecerá (será aniquilado) Candomblé - Ni cielo ni infierno. Cuando el espíritu muere,
deambula necesitando "trabajos" para ser purificado. Umbanda - Al morir la persona se convierte en un espíritu
maligno y atormentador para los vivos o un buen espíritu que será invocado
por los vivos. El objetivo es que los espíritus errantes mejoren cada vez
más. |
[1] O Novo Testamento interpretado versículo por
versículo – vol. 5, pg. 578 – Russell Norman Champlin (Milenium Distribuidora
Cultural – São Paulo – SP – 1ª ed. 5ª impr. 1986)
[2] Pércio Coutinho
Pereira (Diversas investigaciones, pero no recuerdo las fuentes. Si hubiese
algún error de definición, por favor, me avisa para coregirlo)
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