martes, 30 de mayo de 2017

Catapulta

Catapulta.

“Una catapulta con toda tu fuerza” es la invariable petición de Marcos (4) apenas subirse a una hamaca. Quiere que proporcione el impulso suficiente como para llegar bien alto y garantizar una buena dosis de adrenalina y diversión. La catapulta es un antiguo artilugio de guerra, que permite el lanzamiento de de grandes piedras a enormes distancias, gracias a la conversión de la energía potencial existente en el contrapeso suspendido, a energía cinética al momento en que el proyectil abandone la catapulta.
También es figura de aquello que impulsa decisivamente el desarrollo de otra. Quizás en esto pensaba el salmista cuando utilizó la ilustración del principio de la catapulta para describir la tarea de los padres: “Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud” (Salmo 127:3-4).
Educar hijos es como lanzar flechas. Hay que proveerles impulso y dirección, los insumos necesarios para su desarrollo físico, mental, emocional y espiritual. El carácter de una persona se forja por la acción de cientos de factores. Las decisiones que toma y lo que llega a ser, depende de las enseñanzas que recibe, las influencias a las que está expuesto y los ejemplos que impactan su vida. Padres, hermanos, abuelos, amigos, educadores, escritores, políticos, deportistas y personajes del espectáculo componen el variopinto elenco que nutrirá su pensamiento.
A su tiempo, los hijos abandonarán la casa paterna, tomarán sus decisiones y asumirán las responsabilidades que éstas conlleven, pero no cabe duda que gran parte de sus elecciones será consecuencia de lo que los padres hayan impreso en su mente con palabras, y sobre todo, con su ejemplo.
¿Qué enseñamos? ¿Vivimos una fe no fingida que ellos puedan y quieran replicar? Está documentado que los hijos tienden a repetir la experiencia de sus padres. Si bien nuestro legado no será determinante, porque las decisiones son personales y es posible romper círculos viciosos (o virtuosos) será, sin duda, sumamente influyente.
Pero no es imprescindible la paternidad biológica para usar esta catapulta. Algunos tenemos el privilegio y la responsabilidad de ser influencia en la vida de algunos niños, ya sea como padres, tíos, maestros o líderes. Este honor está al alcance de la mano. Pero los gurises* crecen rápido y las oportunidades vuelan. El tiempo de empezar es ahora.
Vivimos en tiempos donde los adultos que tienen contacto con los niños están cuestionados porque algunos pocos utilizan su acceso a ellos para “hurtar, matar y destruir”. Más que nunca debemos, con todas las precauciones que corresponda, redoblar esfuerzos para mostrar el amor de Cristo, desplegado en la cruz del calvario.
Quizás alguno de ellos llegará a destacarse en el reino de Dios. Y si un día, mirasen atrás y pensasen en los factores que los ayudaron a llegar allí, si un día dijeran “soy lo que soy por la gracia de Dios”, pero también por la enseñanza, el ejemplo, el consejo, la paciencia y la amistad de… ¡Quisiera estar en esa lista, aunque sea por haber puesto un pequeño “grano de arena”!
Aunque sea para decir, como comentó cierta vez Héctor “negro” Enrique, (el jugador que en campo propio le pasó la pelota a Maradona para su recordado gol ante Inglaterra en México 86): “Con el pase que le dí, si no hacía el gol era para matarlo”. Para decir, con el anciano apóstol Juan:
No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad. 3 Juan 4


Por Pablo López
Líder en la Iglesia Cristiana Evangélica
en José Belloni 4991
Montevideo-Uruguay
*Término usado en Uruguay para referirse a los niños.

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