viernes, 23 de junio de 2017

HOGAR, Dulce Hogar

HOGAR, Dulce Hogar

Los acuerdos parece que se escriben en la arena en la costa. Personas se comprometen y hasta firman sus nombres, pero la primera ola borra todo, ¡y lo deja como si allí no hubiera habido nada! Entre esos acuerdos están los susurros amorosos de los novios afirmando su amor, “que me muero sin vos”, etc, etc.

Hace minutos escuché por radio un aviso de un ente estatal invitando a niños y adolescentes a reclamar su derecho a un hogar donde vivir dignamente. Y me pregunto: ¿qué pasó con sus hogares? ¿Dónde están? Toda persona tiene necesariamente un padre y una madre. Justamente, aquellos de los susurros amorosos tienen la obligación de brindar ese hogar al niño que trajeron al mundo; que es un derecho, pero mucho más, ¡es una necesidad! No hacerlo es un crimen contra su hijo y contra su Creador. Todo niño necesita ese “hogar, dulce hogar” donde siempre añora volver. Si es así, también querrán volver mamá y papá, mientras cuidan sus conductas para que su hogar sea “dulce” y permanente.

<<Ya que Cristo sufrió en el cuerpo, asuman también ustedes la misma actitud, para vivir el resto de su vida terrenal no satisfaciendo sus pasiones humanas sino cumpliendo la voluntad de Dios. Pues ya basta con el tiempo que han desperdiciado haciendo lo que agrada a los incrédulos, entregados al desenfreno, a las pasiones, a las borracheras, a las orgías, a las parrandas y a las idolatrías abominables. A ellos les parece extraño que ustedes ya no corran con ellos en ese mismo desbordamiento de inmoralidad, y por eso los insultan. Pero ellos tendrán que rendirle cuentas a Aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos>> 1 Pedro 4.

Seamos valientes de verdad, proveyendo hogares donde reina auténtico amor, gozo y paz.

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