Capítulo
6: El voto de nazareato. La bendición sacerdotal.
1. El voto de nazareato era una práctica
común, reglamentada en Números. El nazareo era consagrado voluntariamente a
Dios para alguna tarea específica (los padres podían hacer esto con sus hijos).
Había tres obligaciones para los nazareos: 1.º Evitar el uso de productos
derivados de la vid, 2.º Dejar que su cabello crezca como un signo público del
voto, y 3.º Abstenerse del contacto con cualquier cadáver. El voto tenía una
duración definida y terminaba con un ritual público. Nazareo significa
"separado". Cualquier imitación del nazareato sería una forma de
legalismo, ya que no necesitamos actos externos para buscar al Señor y consagrar
nuestras vidas a Él. Debemos presentarnos ante Él como un sacrificio vivo. El
Espíritu Santo nos incentivará a las acciones correctas. Las llamadas promesas
no caben a un creyente, porque estamos fundados en las promesas de Dios y no en
que Dios confiando en nuestras promesas (v. 1-21).
2. Dios dejó una triple bendición que los
sacerdotes debían pedir para el pueblo. La bendición conlleva tres aspectos:
protección, misericordia y paz. Los líderes de hoy no deben abusar colocándose a sí mismos como otorgadores de bendiciones,
porque es Dios quien bendice a cada creyente a través de su misericordia para
cada uno. Si tomamos muy en serio la posición de bendecir, las personas pronto
pensarán que nos necesistan para ser bendecidos, e incluso esperarán a que
algún acto que hagamos sobre ellas traiga alguna bendición especial. Los
sacerdotes eran representantes de Dios ante un pueblo que dependía de la voz de
Dios a través de esos sacerdotes. Hoy cada creyente tiene el Espíritu Santo y
siempre debemos enfatizar que Jesucristo es nuestro sumo sacerdote, dándole a
cada creyente la valentía de venir a la presencia de Dios para encontrar ayuda
en el momento oportuno (v.22-27, ver Hebreos 4:16). .
“¿Hay
un hijo de la raza de Adán que desea las bendiciones del cielo? Que se acerque
a Él. Hay un camino abierto. No hay una espada de fuego que lo impida. No, una
mano llena de gracia siempre está invitando. Date prisa, ve a Cristo. Él está
en la casa de las bendiciones ".[1]
[1] The
Gospel in Numbers, pg. 2 – Threefold Blessing - Henry Law (1885,
http://www.gracegems.org/Law2/n04.htm (2 of 6) [05/05/2006 01:38:50 p.m.]
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