Gozo.
Estad siempre gozosos. 1 Tesalonicenses 5:16
La industria del entretenimiento mueve billones de dólares anuales. Existe porque siempre queremos estar alegres, divertidos, que todo sea algarabía y risas. Nada triste. Nada silencioso. Nada aburrido. Pero cuando la fiesta se termina, la alegría también. La alegría es pasajera y depende de estímulos externos.
El gozo es una sensación de deleite y complacencia, fruto del Espíritu Santo. No está determinado por las circunstancias. Estas pueden provocar inquietud y dolor, mientras que interiormente se experimenta gozo. No se trata de reprimir o ignorar la tristeza. El propio Jesús estuvo “triste hasta la muerte” y lloró ante la tumba de Lázaro. Se trata entender que aún allí el gozo puede florecer.
La Biblia nos propone gozarnos aún en el sufrimiento y la adversidad, porque el gozo no depende de lo que estamos pasando, sino de aquello en que estamos confiando.
Si lo que encabeza la lista son las cosas materiales estamos destinados a una vida miserable, porque son inciertas y pasajeras. Si Jesucristo es el centro y su regreso nuestra expectativa, la perspectiva cambia. Comprendemos que este “hombre exterior” se desgasta, enferma y muere. Pero existe otro “hombre interior”, espiritual, celestial y eterno, que se renueva y fortalece cada día. Si la dimensión del hombre interior orienta nuestra mirada, el gozo del Señor será nuestra fuerza.
Por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. 2 Corintios 12:10
Por Pablo D. López
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