Santidad.
Sed santos, porque yo soy santo. 1 Pedro 1:16
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Santo es aquello apartado o separado. En sentido estricto, solo Dios es santo, absolutamente apartado del mal. Los autores del Nuevo testamento llaman “santos” a personas con vidas bastante cuestionables. Esto es porque a los salvos por gracia mediante la fe, se les imputa la justicia de Jesucristo. Pero también somos desafiados a buscar la santidad en la vida cotidiana.
Santidad no es religiosidad. La religiosidad se concentra en el cumplimiento formal de normas y ritos sin involucrar necesariamente el corazón. Eso convierte a las personas en “sepulcros blanqueados”, que honran a Dios de labios, mientras su corazón está lejos de él. Dios pregunta desde la antigüedad ¿Quién demanda esto de vuestras manos? Pretende un corazón sencillo y humilde. Por eso dice: “Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios” Joel 2:13
La Biblia propone cultivar una santidad genuina, no la jactancia de marcar un estándar exterior, sino imitar a Cristo y reproducir su carácter:
Que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; Filipenses 2:15
Por Pablo D. López
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