martes, 7 de abril de 2020

Perfume

Perfume.

Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. Juan 12:3
No hay ninguna descripción de la foto disponible.Aunque eran sus últimos días, la vida de Jesús parecía transcurrir de manera normal. Estando en Betania aceptó una invitación para cenar en casa de Simón, el leproso. Era misma la ciudad de Lázaro, Marta y María, que también estaban convidados. María es la misma que se sentó a sus pies de Jesús para recibir “la buena parte”. La misma que, al llamado del Maestro, vino aprisa al sepulcro para ser testigo de la resurrección de su hermano. La misma que ahora irrumpe para una acción que será contada “dondequiera que se predique este evangelio, para memoria de ella”
Este perfume de nardo era importado de la India en envases de alabastro, un mineral blanco, y a veces traslucido, que se tallaba para hacer recipientes para estas esencias. El “mucho precio”, equivalente a un año de trabajo, supone que se trataba de algo sumamente especial. Sin embargo, María lo derramó todo en los pies del Señor. Fue una confesión de su divinidad y el anuncio de la inminente entrega de su vida en favor de los pecadores. Y así lo recibió Jesús.
Las Escrituras no definen adoración, pero la asocian con el reconocimiento de Dios por lo que es, su naturaleza y atributos. A Dios se le adora exaltando sus obras y agradeciendo sus misericordias, pero sobre todo, como dice una vieja canción, “con el vivir”, con hechos y no solo palabras. María ilustra tres cualidades de los verdaderos adoradores que el Padre busca que le adoren:
María fue espontánea. Sus lágrimas no eran una de emoción superficial, sino la reacción de una vida bendecida más allá de lo que se podía expresar con palabras. La verdadera adoración no es pomposa, forzada ni artificial. No es una maniobra urdida para obtener algo. Surge voluntariamente de un corazón sincero, sencillo y humilde, que se derrama sin reservas ante Aquel que lo dio todo por nosotros.
María fue generosa. Más que el costo económico del perfume, es significativo el valor emocional. Era el ahorro de una vida, guardado para una ocasión especial. La verdadera adoración no es mezquina, ni restringida. Es un “sacrificio vivo, santo y agradable a Dios”, que como los holocaustos del antiguo, debe consumirse por completo sobre el altar del servicio.
María fue leal. Algunos juzgaron un desperdicio lo que se había hecho ¡Ese perfume podría haberse vendido y repartido a los pobres! Pero a María no le importaban los comentarios interesados y egoístas de los de afuera. Su lealtad estaba orientada al Señor, su prioridad era agradarle a él. La verdadera adoración no puede ser sustituida por otras cuestiones, por urgentes o importantes que parezcan.
Mientras María enjugaba con sus cabellos los pies del Señor, “la casa de llenó del olor del perfume”. Es interesante la relación entre perfume y adoración. La Biblia usa la metáfora del olor fragante para describir cuanto agrada a Dios el culto de aquellos que le adoran “en espíritu y en verdad”. Revela que el verdadero perfume que Jesucristo percibió no fue el del nardo, sino la devoción espontánea, generosa y leal de su sierva.
¿Qué aroma desprende nuestra adoración?

Por Pablo López

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