Capítulo 17: El engaño del pecado y la verdadera salvación
El pecado de Judá fue grabado en piedra. El Señor está dispuesto a olvidar los pecados en Cristo Jesús. En la vida diaria, el creyente necesita confesar sus pecados, no para obtener la salvación, porque ya la tiene en Cristo, sino para que no se interrumpa la comunión. Creemos que cuando confesamos, inmediatamente obtenemos la restauración de la comunión con Dios. En el caso de Judá, la disciplina vendrá con toda certeza, ya que hubo cinismo por parte de la nación, no lamentando su desobediencia. El corazón nos engaña y nos aleja de Dios. Solo Él conoce las motivaciones de nuestro corazón. El apóstol Pablo en 1 Corintios 4 dijo que incluso si su conciencia no lo acusa, deja el juicio en manos del Señor. Él sabía del engaño de su propio corazón (v.1-27).
“Es una necedad confiar en el hombre, porque no solo es frágil, sino también falso y engañoso. Si confiamos en Dios somos bendecidos por confiar en Él ".[1]
[1] Matthew Henry's Concise Commentary on the Whole Bible, Jr 16.7 (Published in 1706 extraído de e-sword version 10.3.0 - 2014)
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