miércoles, 15 de septiembre de 2021

Juan 5

 Capítulo 5: Cura del enfermo en el estanque de Betesda. La honra del Padre y del Hijo

 

1. Claro que Juan no creía en esto, pero simplemente relata la creencia del pueblo. En Israel había muchos cojos y enfermos (véase Éxodo 15:26). La superstición ha llevado a la gente a creer en las cosas más absurdas. Durante muchos años este hombre confió en ese "ángel" que movería el agua mientras él era curado. Jesús, en Su Omnisciencia, ya conocía los anhelos de ese hombre y su vana esperanza. La enfermedad y el sufrimiento prolongados hacen que las personas busquen la ayuda más absurda y en esta búsqueda acaban olvidando que hay un Dios que creó el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos, incluida la humanidad. Si todos padecen enfermedades, debe haber una explicación y todos deben buscar ayuda de la misma fuente. Si cada creencia resuelve alguna enfermedad, entonces no hay una explicación plausible para la enfermedad. Pero sabemos que la hay. La enfermedad y la muerte existen por el pecado de Adán y Eva, toda la humanidad llegó a sufrir las consecuencias del pecado original y, además, a sufrir las consecuencias de sus propios pecados. Por tanto, el pecado es la razón de la existencia de enfermedades. La solución inmediata es la curación del alma, la salvación en Cristo y luego la búsqueda de tratamiento. Si no hay cura ni alivio, todo lo que queda es esperar a que el cuerpo sea redimido. Este hombre había estado sufriendo durante 38 años. Veremos que su caso específico, además de la herencia del pecado de Adán, fue debido a un pecado específico en su vida (v. 1-5).

 

2. No sabemos cuánto tiempo hacía que el hombre era llevado al estanque con la esperanza de ser el primero en entrar cuando se agitase el agua. Jesús sabía esto y también el tiempo de su enfermedad. Quizás el hombre ya lo había probado todo, médicos y medicinas. El problema de ese hombre se debió al pecado. La pregunta de Jesús parecía innecesaria: "¿Quieres ser curado?" Parece extraño, pero es posible entender que alguien acostumbrado a vivir dependiente de otros durante 38 años, no sabría volver a vivir como un hombre sano (v.6).

 

3.Aunque el hombre quería la cura, no había forma de que pudiera suceder, según su esperanza, que era una superstición. El hombre siempre quedaba atrás. Sin embargo, allí estaba ese hombre, confiando y tratando de ser sanado por ese medio. Podemos entender, porque ese hombre conocía el estanque y la superstición, pero no conocía a Jesús. La pregunta es oportuna: "¿Quieres ser sano?" Esta pregunta implica la renuncia a los propios esfuerzos y a todas las creencias. ¿La gente quiere dejar todo lo que los acompaña como sus santos, oraciones, velas, pensamiento positivo, creencia en la reencarnación, karma, fetiches, amuletos y toda esa montaña de creencias y supersticiones? Si no vienes a Jesús, simplemente no puede haber salvación. Al pie de la cruz debe caer toda esta parafernalia (v.7)

 

4. La cura fue instantánea. Para tomar la cama, era necesario, primero, estar curado. Esa enfermedad fue consecuencia de algún pecado en la juventud, lo que de ninguna manera significa que toda persona enferma tenga algún pecado no confesado en su vida. Era sábado y, por tanto, estaban prohibidas todas las actividades que denotaran algún tipo de trabajo. Para esos judíos, el día de reposo importaba más que la curación del hombre. Por irónico que parezca, si ese hombre hubiese sido sanado en ese estanque, no habría reprensión (v. 8-9).

 

5. Recuerde que en Juan el término "judíos" se refiere a líderes religiosos. Llevar cargas un sábado era una violación de la ley (Jer 17:21). Esto se agravaba cuando se llebaba la carga a la entrada de Jerusalén. Los fariseos seguían estrictamente toda la Ley. Los rabinos permitían actos de misericordia en sábado, sin embargo, es posible que en este caso pensaran: “Si este hombre lleva 38 años lisiado, podría esperar otro día”. Cuando alguien carga con algún peso de pecado, como este hombre, no se sostiene ni un día más. La oportunidad era única, el legalismo podía esperar (v.10).

 

6. El hombre responsabilizó a Jesús por el "crimen" religioso. Vemos esto en la expresión "Él mandó". El hecho es que el hombre ni siquiera tuvo tiempo de hablar con Jesús para saber mejor cómo responder a los fariseos. Jesús enseñó que el sábado era un día de bendición y no de esclavitud. Jesús evitó ser reconocido como el Mesías, por el aspecto político que representaba, el cual no estaba mal, pero ante la circunstancia del rechazo de Israel, ese aspecto político sería para más adelante en el Milenio (v.11-13).

 

7. La advertencia fue extraña comparada con Juan 9:3. El caso de este hombre era una enfermedad por castigo de la desobediencia y Jesús en Su Omnisciencia lo sabía. No significa que toda enfermedad sea un castigo por algún pecado. Jesús advirtió al hombre que tuviera cuidado de no pecar más, en algún aspecto que él mismo conocía, porque “podría pasar algo peor”. No sabemos qué podría ser, pero seguro que para ese hombre que sufrió durante 38 años no quería una “cosa peor”. Quizás fuese la muerte (v.14).

 

8. Juan no enfatiza el estado del alma de ese hombre y el milagro mismo, sino que está más interesado en la controversia que en la declaración de ese ex paralítico despertó. El hombre fue a informar a las autoridades judías sobre lo sucedido. Por supuesto, al informar de su curación por parte de Jesús, estaba ayudando para que el espíritu de los fariseos se enardeciese. El pueblo en general no conocía el grado de controversia que existía entre las autoridades judías y Jesús (v.15).

 

9. El principal "delito menor" de Jesús fue sanar en sábado, pero los judíos estaban tratando de formular una lista de "delitos" que comprometerían seriamente a Jesús. Según Éxodo 35: 1-3, la violación del día de reposo era causa de muerte (v.16).

 

10. Por supuesto que Dios trabajó en sábado. Él siempre está activo. Cuando en Génesis 2 dice que “Dios descansó” significa que Él detuvo toda la obra de la Creación, pero evidentemente Su cuidado por la Creación continuó incluso en el séptimo día, porque nada duraría sin la mano preservadora del Creador. Si Jesús dijera que “Dios trabaja hasta ahora” eso ya sería una ofensa por enseñar a los fariseos, pero decir “Mi Padre trabaja hasta ahora” llegó al extremo de la blasfemia. Los judíos siempre decían "Padre nuestro". Al decir "Padre mío", Jesús se erige como Dios mismo (v. 17).

 

11.Curar el sábado fue un acto de piedad, por lo que sería difícil probar un delito con base en eso, pero llevar una carga el sábado o que alguien lo hiciera se consideraba un delito, como hemos visto, y la violación del día de reposo, según Ex 35, era un delito de muerte. Otra razón por la que era más fácil para los judíos atrapar a Jesús, era el crimen de declararse Dios, y eso también merecía la muerte (v.18, ver 6.30).

 

12. Jesús no se deja intimidar por las amenazas de los fariseos, sino que muestra que no actúa independientemente del Padre, es decir, si el Padre trabaja en sábado, él también lo hace, porque es Dios quien tiene autoridad sobre el día de reposo. La enseñanza de que Dios obra en sábado no sorprendió a los fariseos, sino el hecho de que Jesús se declarara Dios. Las obras de Jesús son las mismas obras del Padre, ya que Él es amado por el Padre. Dios quiere maravillar al hombre a través de Su Hijo Jesucristo (v.19-20).

 

13.Jesús tiene el poder del Padre y, por eso, curó al paralítico. Puede hacer todo lo que hace el Padre, incluso resucitar a los muertos. Hace lo que quiere, por lo tanto, Él es Dios. Jesús especifica su papel como Juez en el futuro, no solo como salvador en el presente. En el momento de su primera venida, Jesús no vino a juzgar sino a salvar a los pecadores. Aún hoy, Él está dando la oportunidad a los pecadores de ser salvos de la ira venidera (v.21-22).

 

14. Muchos dicen que creen en Dios y se escandalizan por aquellos que dicen ser ateos, pero aquí está muy claro que los que no creen en el Hijo, Jesucristo, no creen en Dios Padre. Muchas sectas tienen a Dios como la base de todo, pero rechazan a Jesucristo como el Hijo de Dios y, por lo tanto, a Dios mismo. Enseñan que Jesús fue un buen hombre o un gran profeta. Estas sectas no son verdaderas porque rechazan a Jesucristo, el Hijo de Dios (v.23).

 

“¿Cuál es la voluntad del Padre en transferir a Jesús los dos atributos más elevados de la divinidad, el de dar vida y juzgar? Quiere que la adoración que le rinde la humanidad se extienda al Hijo mismo”.[1]

 

15. Otra certeza que podemos tener acerca de Jesucristo es que Él da vida eterna al pecador. La única forma de deshacerse de la condenación eterna es creer solo en Jesucristo, el Hijo del Dios verdadero. La conversión es el paso de la muerte a la vida eterna. Incluso antes de dejar este mundo, podemos morir al mundo al creer en Jesucristo, el Salvador (v.24).

 

16. Un día todos resucitarán para escuchar al Hijo de Dios. Esto sucederá dos veces, una vez en el Rapto, cuando solo los creyentes en Cristo Jesús serán resucitados al recuperar sus cuerpos, pero esta vez glorificados. Nuevamente será al final del Milenio cuando solo los perdidos de todas las edades resucitarán para el horror eterno. En el momento en que Jesús ejerció Su ministerio en la tierra, algunos resucitaron y ya experimentaron el poder de Su resurrección, sin embargo, fue por un corto tiempo, ya que pronto murieron de nuevo. En la resurrección eterna, aquellos que escuchen la voz de Jesús tendrán su destino sellado de una vez por todas (v.25).

 

17. Podemos estar seguros de que Jesús es el Hijo de Dios y que concede la vida eterna. El Padre tiene vida propia, al igual que el Hijo. Ambos son un mismo Dios, junto con el Espíritu Santo. Hijo del hombre es un término escatológico usado en el libro del profeta Daniel. Jesucristo, el Hijo de Dios ejercerá la autoridad para juzgar a los perdidos (v.26-27).

 

18. La referencia es de Daniel 12:2. Los justos, además de una vida eterna e interminable, tendrán una vida de calidad. Solo hay una manera de "hacer lo bueno para la salvación", que es creer en Jesucristo como único salvador personal. Las buenas obras que hacemos para nada sirven, ya que se consideran trapos de inmundicia. Nacemos con la inclinación a hacer el mal y, de hecho, lo practicamos sin aprender de nadie. Todos merecemos la ira eterna (v.28-29).

 

19. Jesús, mientras estuvo en la tierra, obedeció la voluntad del Padre en todo y vino a cumplir los planes de Dios. El nunca dejó de ser Dios, pero voluntariamente se sometió al Padre. Ambos son Dios. Jesús era justo en todo, por eso declara que es el Hijo de Dios, pues no está mintiendo. El hombre necesita aceptar esta verdad (v.30).

 

20. Jesús, mostrando el testimonio que dan sobre Él, aumenta la culpa de los judíos que lo rechazan, porque son testimonios al alcance de ellos. Si Jesús no tuviera la autorización del Padre, los judíos no tendrían la obligación de escucharlo. El “otro” que da testimonio de Jesús es el Padre. Un solo testigo no era base para que Jesús estableciera la verdad, según la mentalidad judía. Jesús podía testificar por sí mismo, porque Dios puede jurar por sí mismo, ya que no hay nadie más grande que Dios, pero Jesús prefiere seguir las normas dadas por Dios para las relaciones humanas, es decir, llamar a otros testigos (v. 30-32, Núm. 35:30).

 

21 Jesús ofrecía estos testimonios para salvarlos. Los mensajeros que Jesús menciona son aquellos enviados por las autoridades religiosas para verificar eventos religiosos o cualquier movimiento entre el pueblo. Recuerde que enviaron mensajeros para investigar el bautismo de Juan. Juan dio testimonio de que vendría el Libertador, el Hijo de Dios. Jesús no "aceptó el testimonio humano" porque ningún hombre puede ser testigo de Dios, porque no hay nadie que sea eterno y preexistente como Él. Por lo tanto, Jesús no necesitaba el testimonio de Juan el Bautista, pero lo mencionó porque los judíos querían un testimonio humano. Juan el Bautista fue la "antorcha". Los judíos tenían algo de esperanza en las palabras de Juan el Bautista, por eso Jesús dice que "quisieron regocijarse con su Luz" la cual era insuficiente, ya que era solo una lámpara. Cuando llegó el momento de regocijarse en la Luz verdadera, los judíos simplemente la rechazan (v. 33-35).

 

22. Nadie podía rechazar el poder mesiánico, pero sorprendentemente, los judíos lo estaban rechazando. Si reconocieran esas señales como el poder del Mesías, profetizado por Isaías y otros profetas, se verían obligados a admitir que estaban vencidos, confesando su pecado de orgullo. Más bien, prefirieron rechazarlo mientras ignoraban el poder de Sus obras (el poder de las señales del Mesías). Jesús sanó al hijo del oficial de Herodes, el hombre enfermo durante 38 años y otras señales, pero el prejuicio por causa del sábado cegaron a los fariseos. Las obras de Jesús son testigos de su divinidad (v. 36).

 

23. El testimonio del Padre es mayor porque Él es más grande que Juan el Bautista y más importante que las propias obras de Jesús. Dios mostró Su voz en el Antiguo Testamento, pero los judíos la rechazaron. Quien estuvo en el bautismo de Jesús escuchó la voz de Dios. Dios “mostró” Su forma en el Antiguo Testamento a través de la Teofanía y ahora, muestra Su forma a través de Jesús, pero los judíos continúan rechazándola. Dios el Padre es testigo de que Jesús es Dios. Negar a Jesús es negar el testimonio del Padre (37-38).

 

24. Los judíos (fariseos) leen las Escrituras con superioridad. Si obedeciesen las palabras de Moisés, como pensaban, creerían en Jesús como el Mesías (Deut. 18:15). La Biblia es el único mapa para la vida eterna. La Palabra de Dios es un testimonio documentado. El mayor problema no es la falta de testigos, sino el rechazo. La gente está “rodeada de una nube de testigos”, pero rechaza la salvación (v. 39-40).

 

25. El Señor Jesús no necesita testigos humanos, porque él no recibe gloria de los hombres, solo si el Espíritu Santo los convence de aceptarlo como salvador. A pesar de los cuatro testigos tan claros, los judíos no aceptaron al Salvador Jesús, porque no estaban actuando por amor a Dios. Mientras los hombres busquen el honor unos de otros, nunca aceptarán a estos testigos. Los pecadores se unen para sofocar su conciencia, porque solo Dios a través de Su Palabra puede decir cuál es su necesidad. El estandarte de los judíos, que era Moisés, los condenó. Jesús no vino a condenar sino a salvar. Las obras y la incredulidad de los pecadores ya los condenan. Estos cuatro testigos solo comprueban su condenación. Juan el Bautista, Las obras de Jesús, Dios Padre y la Palabra son testigos de que Jesús es Dios y es el Salvador. Es muy peligroso rechazar esta abundancia de testigos. Ellos testificarán contra los pecadores que se suponía debían seguir al Salvador, pero lo rechazaron (vv.41-47).

 

 

El riesgo de la muerte eterna (Jn 1-5)

 

1. Cuando no aceptamos la luz y la vida (1:4)

2. Cuando no aceptamos al que vino a salvar (1:11-12)

3. Cuando no tenemos a nuestro Cordero para que muera por nosotros (1:29)

4. Cuando no encontramos a nuestro Mesías (1:41)

5. Cuando no creemos en Jesús (2:11,23-25)

6. Cuando no nacemos de nuevo (3:3,5)

7. Cuando no creemos en el Hijo enviado al mundo (3:16-21,36)

8. Cuando no bebemos del agua viva que ofrece el Hijo (4:10,14)

9. Cuando no adoramos en espíritu y en verdad (4:22-24)

10.Cuando no somos vivificados por el Hijo (5:21,24-29)

11. Cuando no vamos a Jesús (5: 39-40)



[1] Gospel according to St. John - Frederick Louis Godet http://biblecentre.net/comment/nt/flg/john/john455.html (1 of 2) 01/08/2003

 

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