lunes, 11 de octubre de 2021

Hechos 4

 Capítulo 4: El resultado del segundo discurso fue el arresto de Pedro y Juan. El amor entre los creyentes y la valentía de los apóstoles.

 

1. Todos estaban apretados en ese corredor. El capitán era responsable de mantener el orden en el templo. Los sacerdotes y saduceos no creían en la resurrección. Los sacerdotes adoptaron la doctrina de los saduceos. Los fariseos estaban en contra de esta doctrina, por lo que había una división entre el propio liderazgo judío. Era tarde, lo que significa que predicaron durante al menos tres horas. Los juicios nocturnos no estaban permitidos por la ley del Sanedrín. Con Jesús no respetaron esta ley (v.1-3).

 

2. Los convertidos son judíos y prosélitos. Los gentiles todavía no “aparecen en escena” en el libro de los Hechos. El número de convertidos es alto, cinco mil (v.4).

 

3. Uno de los propósitos del libro de los Hechos es mostrar cómo el rechazo de los judíos a Jesús continuó contra los apóstoles. Querían las credenciales de Pedro y Juan para realizar milagros. Se encontraron a las diez de la mañana del otro día, como era costumbre. La pregunta fue astuta (“¿En nombre de quién?”), Porque según la respuesta serían acusados ​​de blasfemos (en nombre de Dios) o acusados ​​de farsantes, impostores (en nuestro propio nombre) (v.5-7).

 

4. Salmo 118: 22, Isaías 28:16. Los judíos examinaron la Piedra (Cristo) y la rechazaron, pero, por otro lado, Dios también examinó la Piedra (Cristo) y, a diferencia de los judíos, la colocó encima de todo, como la Piedra Angular, la principal del edificio, que se encontraba en la esquina de la construcción(v. 8-12).

 

5. Pedro y Juan eran “sin letras”, es decir, carecían del entrenamiento formal que tenían los rabinos. Los miembros del Sanedrín no podían decir nada de la doctrina de los apóstoles, pues estaba respaldada por un milagro indiscutible. No negaron que ese poder era de Jesús, "reconocieron que habían estado con Jesús". Para que no extendiesen más la enseñanza, amenazaron a los apóstoles, aunque no hubo castigo, sino una ferviente petición (v. 13-18).

 

“Este discurso dejó al Sanedrín asombrado. Sin letras y del vulgo no se refiere a su inteligencia o habilidad para leer y escribir, sino al hecho de que no fueron educados en la tradición de los escribas, siendo de hecho laicos. Era inusual que los laicos no preparados hablaran con tanta eficacia y autoridad. Los líderes ya sabían que Pedro y Juan eran discípulos de Jesús, pero ahora recordaban el hecho de que Jesús también, aunque no estaba educado en las tradiciones de los escribas (Juan 7:15), también había dejado a la gente maravillada por la autoridad con la que hablaba (Marcos 1:22) ".[1]

 

6. Debemos obedecer a las autoridades solo cuando no toman el lugar de Dios y cuando no contradigan la voluntad de Dios. Los apóstoles ganaron tal popularidad que el Sanedrín no se atrevió a azotarlos. Tuvieron mucho valor, porque el Sanedrín representaba las cosas de Dios, y los apóstoles dijeron que obedecerían a Dios y no al Sanedrín (v.19-22).

 

7. La súplica de ellos era que Dios les diera audacia en las próximas oportunidades, ya que serían reprimidos por el Sanedrín. No querían milagros por simple placer, sino para predicar el Evangelio. Tampoco pidieron protección, sino valentía en medio de la persecución (v.23-30).

 

8. Dios respondió las oraciones con una señal de consentimiento. El temblor no fue por un terremoto, sino por el Espíritu Santo. No fue otro bautismo del Espíritu, ya que éste ya se había realizado. Fueron llenos del Espíritu, es decir, recibieron la Plenitud del Espíritu y ya no fue un descenso del Espíritu, que fue un hecho histórico y único en aquel Pentecostés. El Espíritu Santo estaba libre para trabajar en las vidas de esos creyentes, ya que estaban dando permiso (v.31).

 

9. Los cinco mil tenían un solo pensamiento. No había coacción. La ayuda de unos a otros fue espontánea. El tema principal era la resurrección de Cristo. Esto contrariando al Sanedrín, sin embargo, no se limitaba a los apóstoles, porque en todos ellos había abundante gracia (v. 32-33).

 

10. Los apóstoles no habían dado ninguna instrucción sobre esto, pero los creyentes depositaron espontáneamente sus bienes a los pies de los apóstoles para los necesitados. No daban joyas o cosas de poco valor, sino dinero de casas y terrenos vendidos. No se vendieron al mismo tiempo, sino cuando surgía la necesidad. Los apóstoles administraban el dinero. Este tipo de economía no tardaría en causar pobreza entre los creyentes de Jerusalén, como de hecho sucedió un tiempo después (v.34-35).

 

11. José, apodado por los apóstoles Bernabé, que significa “hijo de consolación”. Los sobrenombres se daban para enfatizar el carácter o alguna característica de la persona, por lo que se entiende que José era un animador de los hermanos. Él era un levita, por lo tanto, la ley que prohibía al levita poseer tierras cayó en desuso (Números 18:20, Deuteronomio 10.9, Jeremías 32.7ss) (v.35-37)



[1] Comentário Bíblico Moody – At 4.13 (Editado por Charles F. Pfeiffer – Imprensa Batista Regular 4ª impressão 2001)

 

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