Capítulo 1: La culpabilidad del hombre aislado de la luz del Evangelio
1. El apóstol Pablo fue llamado por Dios y predicó el evangelio prometido por los profetas que se basaba en la deidad y resurrección de Jesucristo, así como en la descendencia del rey David. El ministerio de Pablo siempre estuvo coronado con conversiones de los gentiles, pero siembre proclamaba el evangelio a todos los judíos primero. En el caso de los romanos, Pablo no inició el ministerio entre ellos, pero los respeta mucho, pues es parte de la obra del Señor. Ora por los romanos y quiere visitarlos. Algunos podrían argumentar que Pablo debería visitar esa iglesia ya que estaba en la capital de los gentiles y Pablo era el predicador de los gentiles. Él deseaba simplemente compartir las cosas de Dios con un grupo que también tenía algo que ofrecerle en términos de madurez cristiana. Sin embargo, Pablo no había tenido la oportunidad de ir a Roma hasta ese momento. El evangelio era la vida de Pablo aquí en la tierra, por lo que exalta la naturaleza del evangelio basado en la fe y la justicia de Dios (v.1-17).
2. El primer tema importante en la carta de Pablo a los Romanos es la culpabilidad del hombre. Dios juzgará al hombre que está lejos de cualquier posibilidad de contacto con el evangelio predicado basado en la revelación natural y la conciencia del hombre. El hecho de que nunca haya oído hablar de Jesucristo no te exime de la condenación eterna, porque la culpabilidad está en practicar el pecado. El hombre aislado del contacto con el evangelio es inexcusable. No tenía derecho a reducir al Creador, incluso si no lo conocía por medio de la revelación escrita, a una mera criatura. Sin embargo, así lo hizo y recibió la libertad que siempre quiso, es decir, pecar. Sobre el tema de la libertad para pecar, el hombre inventó formas repugnantes como la homosexualidad y una lista que sigue en el texto. En ninguna parte del texto se menciona que es inexcusable por rechazar a Cristo, ya que él ni siquiera ha tenido contacto con el mensaje salvador. La práctica de los pecados es suficiente para condenar al hombre. Se entiende que esta práctica vendrá en cuanto tenga conciencia y esto puede variar según la edad de los niños. El pecador, incluso sin revelación escrita, sabe que merece la muerte, pero para no quedar solo en su terquedad, anima a otros a pecar también (v.18-32).
"Aquellos que rechazan a Dios y su verdad se suben a un tobogán deslizante: degeneración en auto-adoración narcisista, idolatría insensata, sensualidad burda, perversión brutal, toda forma concebible de comportamiento antisocial y un deseo irracional de prácticas destructivas".[1]
[1] Knowing God through Romans - David Egner and Herb Vander Lugt (1989,1995 RBC Ministries - Grand Rapids, MI USA)
No hay comentarios:
Publicar un comentario