Capítulo 3: La superioridad de Jesús sobre Moisés
Jesús es el Apóstol y Sumo
Sacerdote. Aquel que tiene un mensaje y lleva a las personas al Padre. Jesús y
Moisés dirigían la casa de Dios, es decir, los asuntos relacionados con Dios.
Moisés sirvió a la casa de Dios, sin embargo, Jesús es el constructor de la
casa. Jesús, siendo Dios, es el que construyó la casa. Moisés fue un siervo
fiel y anunció la Ley de la casa de Dios, pero Jesús es el propio constructor y
dueño de la casa. Jesús, además de constructor, es el Hijo de la casa. La casa
somos nosotros, la Iglesia. La obediencia del creyente y del no creyente es
puesta a prueba. El corazón obediente escucha al Espíritu Santo. El autor les
recuerda a los judíos el pasado cuando sus padres desobedecieron en el
desierto. Moisés dirigió al pueblo durante 40 años y siempre fue testigo de los
reclamos. Él mismo fue desobediente al final. El error frecuente es prueba de
un desconocimiento íntimo de un Dios verdadero y amoroso. La desobediencia del
corazón causa disciplina por parte de Dios e impide nuestro descanso
espiritual. Los hermanos tienen una gran participación en la vida unos de los
otros para la obediencia a Dios. Debido a que estamos en Cristo, se espera de
nosotros la obediencia de corazón y la transformación de vida. La obediencia
debe ser hoy, porque mañana puede ser demasiado tarde. La obediencia retrasada
puede ser desobediencia. Aquel pueblo tuvo la oportunidad de obedecer. Hoy
tenemos nuestra oportunidad. Incluso Moisés desobedeció. Jesús siempre fue
obediente (v.1-19).
“La generación del desierto
sufrió las consecuencias de la advertencia hecha por Dios. No fue casualidad
que muriera en el desierto (ver Números 14 y 21). Como indica este salmo, los
hijos de Israel desafiaron la autoridad soberana de Dios mediante su rebelión
en el desierto (Núm. 20). La lección es obvia. La verdadera obediencia del
corazón va más allá de recibir instrucciones. Una generación de israelitas
murió porque deliberadamente se rebelaron y desobedecieron, y esto a pesar de
la amplia revelación en el monte Sinaí ".[1]
[1] Comentário Bíblico Moody, pg. 28 –
editado por Everett F. Harrison (IBR –
São Paulo – SP – 4ª impr. 2001)
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