miércoles, 7 de marzo de 2018

El Dolor

EL DOLOR


Todo ser humano en algún momento de su vida se enfrenta al dolor. Aunque vivimos en una sociedad que se esfuerza mucho por disimularlo, lo cierto es que el sufrimiento es parte ineludible de la experiencia humana.
Enfermedad, violencia, guerra, pobreza, hambre, desastres naturales y muerte son experiencias en alguna manera comunes a todos.
Es por eso que algunos han sugerido que lo único que necesita la raza humana para que todo esté bien, es lograr resolver estas cuestiones.
Pero… ¿es el sufrimiento realmente el mal supremo? ¿O es en realidad la consecuencia de un mal aún mayor, que está subyacente? Ésta es una pregunta muy importante… ¿de donde podemos obtener sabiduría para conocer la respuesta?
La Biblia es el libro más vendido, distribuído, estudiado, traducido, criticado y perseguido de toda la historia. Ella afirma ser el mensaje de Dios para cada uno de nosotros.
Este libro tiene mucho para enseñarnos acerca del sufrimiento humano. La Biblia nos habla acerca del dolor… y no lo hace desde una perspectiva teórica, fría ó distante, sino a través de la experiencia vital de hombres y mujeres que se enfrentaron al mismo. Considerando sus enseñanzas podemos conocer principios que nos ayudan a afrontar el dolor y, en algunos casos, a comprender sus motivos.
Antes que nada la Biblia afirma que hay un Dios: majestuoso, soberano, y todopoderoso. Él está en todas partes y conoce todas las cosas. Aunque es invisible y su pleno entendimiento es inalcanzable, él mismo se nos ha dado a conocer. Se ha revelado al hombre desde el comienzo mismo de la historia.
Dios es el creador del universo. Él creo los cielos y la tierra, todos los seres vivientes y en especial creó al ser humano, a su imagen y semejanza. Lo creó para poder disfrutar de la comunión con él. Lo creó perfecto y lo dotó de libertad para elegir.
Pero Dios no creó el sufrimiento humano. La Biblia afirma que el sufrimiento en todas sus formas surgió como consecuencia del alejamiento de Dios, como consecuencia del pecado del hombre.
En aquel remoto principio el hombre escogió no obedecer a Dios, y ese pecado fue el inicio de una cascada de consecuencias nefastas para la humanidad. Desde allí, todos hemos pecado, y estamos destituidos de la presencia bendita de Dios. El orgullo, el egoísmo y el rechazo de Dios han traído como consecuencia que nuestra existencia experimente dolor y sufrimiento en este mundo, además de pesar sobre nosotros el juicio por nuestras malas acciones, y el castigo eterno luego de esta vida.
Por tanto, Dios no es el origen del mal, él no creó el dolor ni el sufrimiento.
Sin embargo, Dios no es indiferente al dolor humano. Dios no se mantiene apartado, ignorando nuestras desgracias. Todo lo contrario… Dios hizo algo extraordinario con el fin de librarnos del dolor, del sufrimiento, y del castigo eterno.
Él mismo se hizo cargo de nuestros pecados.
Si… la Biblia afirma que Dios se hizo hombre para venir en nuestro rescate: Jesucristo es Dios hecho hombre.
Jesús nació en un humilde pesebre en Belén hace poco más de 2000 años. Vivió una vida sin pecado, una vida santa, justa, agradable al Padre. A los 30 años se bautizó y comenzó su ministerio público. Anduvo por ciudades y aldeas de Palestina predicando la palabra de Dios, y haciendo milagros, que eran señales que lo identificaban como el Mesías prometido en el tiempo antiguo, sanando enfermos, y aún resucitando muertos. Jesús llamó a 12 hombres para que fueran sus apóstoles, y concentró su enseñanza en ellos. Mientras crecía su popularidad, las autoridades religiosas del momento se le opusieron y mostraron hostilidad hacia él, motivados por envidia.
Pero cumplido cierto tiempo, Cristo se encaminó hacia la cruz. Él se entregó voluntariamente en manos de aquellos que querían quitarle la vida. Luego de un juicio injusto fue acusado de ser un criminal y fue llevado hacia el Calvario. Allí en la cruz Jesucristo sufrió y murió, ofreciendo su vida, su sangre, para pagar por nuestros pecados.
En Isaias capítulo 53 leemos: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto… ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores… mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”
Dios no es ajeno al dolor: él lo experimentó en carne propia en la cruz.
En la cruz Cristo cargó con todos tus pecados, y sufrió en tu lugar, pagando así el precio de tu deuda con Dios.
Jesucristo murió y fue sepultado. Pero al tercer día resucitó. Tal como lo había anunciado. Tal como lo habían afirmado los profetas del antiguo tiempo.
Así fue como Dios respondió al problema del dolor y el sufrimiento humano: No fue a través de una explicación, sino de una encarnación. Se hizo hombre y vino. Vino a hacerse cargo de nuestros pecados, a quitar de en medio aquello que nos separa de Dios y nos condena.
Jesucristo se sacrificó por ti y gracias a él hoy puedes recibir el perdón de tus pecados, y la paz con Dios. Tienes que tomar una decisión…puedes recibirlo, o puedes rechazarlo.
La Biblia dice en Juan 1:12 “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios”
Si te arrepientes de tus pecados, creyendo que Jesucristo murió por ti en la cruz y resucitó, serás salvo. Serás un hijo de Dios. Dios te perdonará, y comenzarás una nueva vida con él, una vida abundante y eterna. Y al terminar tu vida en ésta tierra, él mismo te recibirá en los cielos en gloria.
Éste es el evangelio, la buena noticia de Jesucristo. Ya la has conocido. ¿Qué haras?
Es mi ferviente oración que le recibas hoy mismo como tu Señor y Salvador para siempre.

Por Mauricio Amaral

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